La compañía DuPont Pioneer lleva a cabo pruebas con productores mexicanos para el mejoramiento del maíz en fase experimental en Sinaloa, donde destinan recursos para la investigación, e incluso en el cultivo de sorgo.
El director de Biotecnología de DuPont Pioneer para América Latina, Bill Belzer, sostiene que en México existe una gran oportunidad para los productores agrícolas en materia de biotecnología.
Sin embargo, dijo, “respetamos las inquietudes y los tiempos de cada país para aceptar su implementación". Estamos atentos para respetar las medidas regulatorias que el país exige para cuidar la diversidad de México, centro de origen de diversas semillas.
Insistió en que la compañía busca el manejo correcto de la biotecnología y las prácticas como la rotación de cultivos, técnica utilizada para que las malezas no se hagan resistentes; "generamos un proceso constante para educar al productor, al que vende la semilla y la planta después de la cosecha".
En México no existe ningún riesgo real en el uso de biotecnología en cultivos, toda vez que no hay una fase comercial todavía, de acuerdo con el directivo.
En un recorrido por el centro de investigación de la empresa ubicado en la ciudad de Des Moines, Iowa, destacó que la compañía cuenta con opciones para cuidar los maíces nativos de México, tales como el mapeo, es decir, la base de datos genética del maíz.
DuPont Pioneer opera en México desde 1970 y cuenta con 8.1 millones de hectáreas de maíz; 2.36 millones son de maíz híbrido y 1.6 millones de sorgo híbrido en fase experimental, ya que no hay acuerdos para cultivo en fase comercial y continúa con investigaciones para el sorgo y alfalfa.
Las investigaciones de la firma combaten, entre otras, tres tipos de plagas e igual número de enfermedades del maíz.
DuPont Pioneer, Syngenta, Dow AgroSciencies, Bayer y Monsanto son las principales compañías que producen semillas genéticamente modificadas para su investigación en México.
En ese sentido, el vicepresidente ejecutivo y director de tecnología de Monsanto, Robert Frayley, destacó que la compañía trabaja con las autoridades y los agricultores mexicanos, además de mantenerse atenta al lanzamiento comercial de maíz transgénico en el país.
Lo anterior, debido a que México es un gran productor de maíz, aunque sigue importando el insumo desde Estados Unidos, sostuvo la empresa química proveedora de productos para la agricultura, como herbicidas y transgénicos, y entre sus productos más conocidos se encuentran el glifosato con la marca Roundup y el maíz genéticamente modificado MON 810.
Señaló que el reto es que se siembre maíz en el norte del país y no en entidades del sur, considerados como centros de origen; "esperamos que los productores mexicanos tengan pronto acceso a esta herramienta".
Robert Frayley obtuvo el Premio Mundial de Alimentación 2013 por su investigación en materia de biotecnología vegetal y su aplicación en técnicas de mejoramiento de cultivos agrícolas.
Por su parte, el biólogo molecular Mark Van Montagu, creador de las plantas modificadas genéticamente y también galardonado con dicho reconocimiento, descartó un riesgo para la semilla nativa en México con el uso de semillas transgénicas; "por el contario, el riesgo es no alimentar a la gente más pobre de México, donde se siembra el maíz nativo".
Sobre su investigación, Frayley explicó que ya conocen toda la genética del maíz y trabajan en su mejoramiento molecular con un mapa de 70 mil genes aproximadamente, con el fin de obtener las características de una planta.
Al abundar sobre el uso de la biotecnología para combatir el hambre, Montagu subrayó la necesidad de trabajar con los productores y conocer sus necesidades.
"Hemos visto ejemplos de cómo el algodón ha mejorado los ingresos en productores de la India, al grado de duplicar su rendimiento, ser autosuficientes y sostener así a sus familias".
Para el experto, mucha gente aún no entiende la importancia de la biotecnología, una herramienta que está cambiando la manera en que los productores trabajan; los mejoradores de plantas ahora son mejoradores moleculares y toman nota de la genética de las plantas.
Expuso también que la seguridad alimentaria del planeta depende de la tecnología, "es responsabilidad de las empresas, las Organizaciones No Gubernamentales, el gobierno y los medios de comunicación facilitar el acceso a la tecnología".
Y es que, de acuerdo con Montagu, los científicos necesitan aprender a comunicar los beneficios de la tecnología, de modo que la gente tenga confianza; "es natural sentir miedo ante lo desconocido, por lo que sector público y privado requieren trabajar juntos para implementar la tecnología con los pequeños productores", argumentó.