Cada año otros países mejoran en tecnología agrícola, mientras México sigue rezagado y dependiente del maíz importado, que para conocimiento del público es transgénico, afirmó Carlos Salazar, presidente de la Confederación Nacional de Productores Agrícolas de Maíz de México (CNPAMM).
A ello se suma la “aberración de que nosotros lo consumimos pero no lo podemos producir; conforme pasan los años nos hacemos dependientes porque las importaciones de maíz pasaron de 25 a 35 por ciento, lo que es preocupante y los productores necesitamos la biotecnología agrícola”.
El alto consumo de maíz nos hace dependientes de las importaciones, lo cual afecta la seguridad alimentaria de México, advirtió.
“Están negándonos a nosotros la biotecnología en México e importamos más de 10 mil toneladas de maíz transgénico al año, seguimos consumiéndolo aunque argumentan sin fundamento que hace daño a la salud, pero se sigue introduciendo el maíz transgénico por las fronteras”, señaló.
Y es que en los primeros días de octubre, el Juzgado Décimo Segundo de Distrito en Materia Civil del Distrito Federal emitió una medida precautoria con la que se ordena la suspensión del otorgamiento de nuevos permisos de siembra experimental, piloto, y comercial, para la liberación de maíz genéticamente modificado en México.
Lo anterior, a raíz de la demanda colectiva interpuesta por un grupo de organizaciones que se opone a la aplicación de nuevas tecnologías para el desarrollo del campo mexicano.
En entrevista, el directivo de la CNPAMM lamentó la decisión del Juzgado sin evaluar, desde su punto de vista, los argumentos de aquellos relacionados con la producción; “la gente firmante no tiene nada qué ver con la producción de maíz”.
Con este resolutivo, abundó, se sitúa al campo mexicano en seria desventaja ante sus competidores internacionales, esta medida pone en riesgo la seguridad alimentaria del país, la competitividad del sector agrícola, así como el progreso de los productores.
A decir de Salazar, las opciones que brinda la biotecnología son variadas, como la de resistencia a lepidópteros, a gusanos, a herbicidas, aunado a que la productividad puede aumentar hasta 15 por ciento debido a que hay menos pérdidas.
“El asunto no es sólo de productividad, de costos y medio ambiente, ya que con la biotecnología reduciríamos el uso entre tres y cuatro kilolitros de insecticida que tiraríamos al medio ambiente, no contaminaríamos y usaríamos mucho menos energía, sería una reducción de costos en la competencia de cultivos que indudablemente mejoraría el rendimiento”.
Para el dirigente del organismo que aglutina a más de 150 mil productores de maíz, el camino de la biotecnología es una solución que optimiza el rendimiento por hectárea, lo cual es factor indispensable para producir el volumen de alimentos que se requieren.
MAÍZ GENÉTICAMENTE MODIFICADO
De acuerdo con Salazar, el maíz genéticamente modificado utiliza la biotecnología y la investigación científica más avanzada del mundo para desarrollar cultivos seguros, amigables con el medio ambiente y de mejor rendimiento.
Expuso que el país necesita elevar su productividad para protegerse de las fluctuaciones internacionales en el cultivo de este grano.
“Tenemos que elevar la productividad y la producción por hectárea debido a que la población está creciendo, y que nos obliga a que en 2030 tendremos que incrementar 70 por ciento la producción y usar todas las herramientas tecnológicas posibles, entre ellas, la biotecnología”, argumentó.
En los últimos tres años, el rendimiento del maíz en México se ha visto afectado por heladas, sequías, inundaciones y otros factores climáticos, aunado a las pérdidas tradicionales causadas por insectos plaga y malezas.
Salazar refirió que los productores de maíz tienen una actividad de riesgos por estar expuestos al medio ambiente, a los fenómenos climatológicos, las plagas las enfermedades, los desastres naturales, “y sin biotecnología no tenemos la posibilidad de protegernos contra ellos”.
“Es lamentable; la actividad cada vez es menos atractiva, hoy tenemos precios deprimidos, lo que nos puede sacar es una baja en los precios o aumentar la productividad, pero no tenemos ninguna de las dos opciones”, concluyó.