Familias en Colima se niegan a evacuar Zona de Alto Riesgo Volcánico

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La Yerbabuena, municipio de Comala, es la comunidad colimense más cercana al Volcán de Colima y, por tanto, considerada “Zona de Alto Riesgo Volcánico”, donde 17 familias se niegan a reubicarse en otro lugar.

Melchor Ursúa Quiroz, director general de la Unidad Estatal de Protección Civil, refirió que un total de 45 a 50 habitantes se negaron a ser reubicados hace más de 10 años, cuando el gobierno estatal edificó una nueva población aledaña a la comunidad de Cofradía de Suchitlán, también en Comala.

En entrevista, recordó que La Yerbabuena está localizada a aproximadamente 8 kilómetros en línea recta del cráter volcánico, en medio de las faldas del volcán, en los límites con Jalisco, pese a lo cual se niegan a salir algunos de sus moradores.

Originalmente, agregó Ursúa Quiroz, La Yerbabuena tenía una población de 71 familias, de las que 54 aceptaron ser reubicadas a la nueva comunidad denominada Nuevo San Antonio, pero el resto sigue ahí.

Ursúa Quiroz asegura que, sin embargo, los pocos habitantes están preparados para evacuar en caso de ser necesario, “y para eso tenemos debidamente identificado el número de personas, así como aquellas que no pueden salir por su propio pie, y aunque se nieguen, si es necesario serán desalojados ante un mayor riesgo por el volcán”.

Para llegar a La Yerbabuena, por la carretera Comala-San Antonio, se pasa antes por La Becerrera, otra comunidad con aproximadamente 260 habitantes, también considerada zona de riesgo por la actividad volcánica.

A poco menos de 30 kilómetros del Pueblo Mágico de Comala, cabecera del municipio Del mismo nombre, La Yerbabuena tiene por ahora libre acceso, a pesar de que se ha incrementado la actividad volcánica y, con ello, la alerta en científicos y Protección Civil.

Así, diariamente, pero sobre todo los fines de semana, es común observar a familias enteras que acuden a los alrededores de esa localidad, con el único fin de observar más de cerca al Volcán de Fuego, como se le llama entre los colimenses.

Su acceso no es difícil, pues los primeros 20 o 23 kilómetros para llegar a la misma son de carretera asfaltada hasta La Becerrera, donde el camino, de poco más de siete kilómetros, se torna angosto y empedrado, con pequeñas pendientes y constantes curvas.

A diferencia de otras ocasiones que el volcán ha registrado etapas eruptivas y explosivas, actualmente no hay retenes militares o de Protección Civil que restrinjan el paso.

“El ejército vino hace días, se instaló una noche y se fueron, y los de Protección Civil han venido de vez en cuando también, han interrogado a los vecinos de ahí arriba”, señala un habitante de La Yerbabuena o, mejor escrito aún, uno de los fundadores de esa comunidad.

Se trata de Antonio Altamirano Ramos, de 61 años de edad, que dijo haber nacido “en un Punto de la Barranca del Agua”, pero que llegó ahí “cuando se dio posesión aquí en 1967, y desde ahí empezamos a poblar este lugar”.

Admite desconocer cuántos habitantes tenía La Yerbabuena cuando, en el año 2002, la mayoría de ellos fueron reubicados por el riesgo volcánico.

“No sé cuántos, pero había buen bonche de gente, porque a pesar de ser ejidatarios se vinieron a avecindar otras gentes.

“De que se llevaron a la gente de aquí, fue el 9 de mayo de 2002, a un nuevo poblado que se llama La Yerbabuenita II, con números romanos”, aclara.

Luego, menciona que en el lugar “habemos varias familias, pero hay otras que no nos están acompañando en la lucha a nosotros, pero aquí están permaneciendo, no llega a 20 familias”.

Su mención sobre “la lucha”, se refiere a la reticencia de sus moradores para dejar el lugar pues, cuando se dio la reubicación, algunos de los ejidatarios aseguraron que sólo los querían retirar para erigir ahí un complejo turístico de grandes proporciones.

“La gente ha sido reubicada por el riesgo volcánico... Eso es lo que nos dicen, según eso, pero para mí los riesgos están por donde quiera”, afirma.

Y reitera: “Para mí, como le acabo de decir, los riesgos donde quiera están, si voy a Manzanillo hay tsunamis, puede haber un tornado en Colima que nos lleve el viento, cuando ya le toca a uno, donde quiera que me voy huyendo, de algotro riesgo ando padeciendo”.

Don Antonio Altamirano reconoce, sin embargo, que la mayoría de la población se retiró del lugar, pues “aquí está solo, la gente se fue a La Yerbabuenita II, y ora está más solo porque van a ver a sus familias”.

Tras señalar que en el lugar funciona una escuela atendida por un maestro del Consejo Nacional de Fomento Educativo (Conafe), acepta que por ahora no han tenido más presiones del gobierno para abandonar por completo el pueblo.

“Las presiones las tenemos más bien de la gente que se reubicó, porque de hecho a mí se me han hecho daños ahí, me ha resultado de que en mi casa no puedo yo poner huertos familiares porque la misma gente me los destruye cuando yo salgo”, apunta.

“Y no puedo tener huertos familiares ni nada, porque me acaban de destruir una mata de salvia betónica que la rociaron con fumigante”, expresa.

Dice también estar acostumbrado a la actividad del Volcán de Colima y, por tanto, a no tenerle temor.

“Para mí no me asusta, no... Hizo una explosión un día 22 ó 21 (la del pasado viernes 21 de noviembre), pero no, se escuchó, se cimbró tantito, tembló, sigue echando piedrillas, en ocasiones ceniza, también aventó arena finita, como la de las piedras de afilar, y le tuvimos que dar una barrida al jardín”, explica.

Dice también que cerro arriba existe otra área poblada conocida como La Mesa, aún más cercana al volcán, una propiedad privada dedicada al cultivo de aguacate.

“Hay una brecha caracoleada que sube hasta arriba, La Mesa, ahí pide permiso, está privatizado, hay una aguacatera pero le dan permiso de entrar, y ahí se ve el volcán cerca”, comenta.

Y en efecto, cerro arriba, como él dijo, se encuentra una gran superficie cultivada de aguacate, con invernaderos, desde donde se aprecia más cerca el cráter del Volcán de Colima.

Sin embargo, pese a ser un coto privado, y si bien se restringe el paso de vehículos “por sanidad”, el acceso es facilitado por el encargado o propietario del mismo.

Se trata de La Mesa, el punto más alto cercano al volcán por el lado de Colima, al cual se llega mediante una brecha angosta que serpentea el cerro con pendientes agrestes y curvas peligrosas.

Sin embargo, la cercanía del lugar con el volcán no impide las tareas agrícolas, ni amedrenta a quienes ahí laboran, por lo que todo transcurre con normalidad, acostumbrados ya a la actividad del coloso.

Finalmente, Antonio Altamirano reitera que seguirán ahí, sin temor al volcán.

“De momento estamos a gusto, como le digo, los riesgos pueden estar donde quiera que viva uno, ya sea tornados, tsunamis o no falta qué, también que venga un temblor, donde quiera que esté uno son riesgos, donde quiera está uno en riesgos”, subraya.

 

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