La salud es un derecho universal y una aspiración generalizada de la población; no obstante, en el sistema de salud mexicano prolifera la inequidad y la fragmentación entre los subsistemas de salud, convirtiendo la salud universal en una entelequia, situación
perfecta que solo existe en la imaginación, lamentó Fernando Cano Valle, investigador del Instituto de Investigaciones Jurídicas de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).
Detalló que las cifras del gasto en salud por cada persona varían considerablemente, siendo los derechohabientes del programa Prospera, del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS), los que tienen el gasto menor asignado equivalente a 920 pesos al año.
Mientras que en el Seguro Popular, el gasto es de mil 168, en el IMSS es de 3 mil 516, en el Instituto de Seguridad y Servicios Sociales de los Trabajadores del Estado (ISSSTE) son 3 mil 973 pesos, y el gasto más alto corresponde a los derechohabientes de la Secretaría de la Defensa Nacional (SEDENA) con 10 mil 671 pesos anuales, por lo que la distribución del financiamiento hacia los subsistemas se realiza con inequidad.
El doctor Cano Valle mencionó que el progreso en salud se ha visto obstaculizado por una serie de factores, entre los que destacan: la falta de voluntad política, la falta de equidad en el acceso a todos los elementos de atención primaria de salud, la baja consideración de las mujeres, el desarrollo económico lento, la dificultad para conseguir una acción intersectorial en materia de salud, distribución desequilibrada de los recursos humanos y el escaso apoyo a los mismos; la inadecuación generalizada de las actividades de promoción de la salud, los sistemas deficientes de información sanitaria, así como la contaminación e inocuidad de los alimentos y la falta de suministro de agua salubre.
Estas grandes inequidades en el gasto por persona a la que tienen derecho los filiales en las distintas instituciones de salud se deben básicamente a tres razones: al estímulo del financiamiento y la oferta privada de seguros, a la separación entre las áreas de financiamiento y las áreas de atención médica, y al impulso de la investigación de los servicios clínicos del sector privado.
Pero esto no solo se reproduce en el gasto per cápita, también sucede lo mismo en el sistema tributario, ya que a mayores ingresos, mayor es la deducción en gastos médicos; mientras que a menores ingresos, menores son las deducciones personales en cuanto a los gastos médicos, destacó la doctora Pastora Melgar Manzanilla, especialista en ética jurídica durante la conferencia “La salud universal…una entelequia”, que se realizó ayer en la Academia Nacional de Medicina de México (ANMM).
“Desde una perspectiva de derechos humanos esto no es compatible, es como si esperáramos que las personas pobres se enfermaran menos”, comentó Melgar Manzanilla, durante la sesión de la ANMM, institución que forma parte de la mesa directiva del Foro Consultivo Científico y Tecnológico.
Ante esta inequidad y este sistema fragmentado, una de las recomendaciones de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), es considerar la unificación como reto principal, que los servicios de salud se establezcan en relación a las necesidades de la persona y no con base a su sueldo, concluyó la especialista.