Ciudad Juárez, México, 8 de agosto de 2025 ::: Una nueva investigación documenta cómo una secuencia de asesinatos estremeció Ciudad Juárez en julio. Todo comenzó una mañana con el hallazgo de un hombre baleado, atado de manos y pies. Durante esa jornada y la siguiente, la cifra de víctimas creció hasta llegar a 22 muertos, marcando un episodio que las autoridades denominaron como el “Jueves Rojo”.
La versión del periodista Steven Dudley para el medio especializado InSight Crime, sostiene que los grupos criminales disputan el control de los mercados locales de drogas, sobre todo del tráfico de metanfetaminas.
Funcionarios por dicho medio coinciden en que la reciente ola de violencia se explica por la pugna entre organizaciones que buscan adueñarse de territorios estratégicos para la venta y distribución de estupefacientes.
::: Juárez: violencia, drogas y una guerra soterrada por el control territorial
No obstante, la región enfrenta distintos focos de violencia que también reflejan una transformación en la estructura del crimen organizado local. Además de los homicidios, se reportaron enfrentamientos entre facciones, hallazgos de cuerpos y mensajes amenazantes, elementos que evidencian el reacomodo de viejas y nuevas fuerzas criminales.
Entre 2008 y 2011, Ciudad Juárez vivió uno de los periodos más sangrientos en su historia reciente, con más de 10 mil 000 homicidios, situación que le valió el apodo de “capital mundial del asesinato”, como la llamaron medios, académicos y organizaciones civiles.
En ese entonces, el conflicto involucraba a más de 10 mil integrantes de grupos criminales en libertad y en prisión, además de 7 mil elementos federales y militares, cuya intervención modificó el equilibrio delictivo en la ciudad.
En 2013, tras años de enfrentamientos, la violencia se redujo a una quinta parte respecto a su pico en 2010. Analistas coincidieron en señalar al Cártel de Sinaloa como el “vencedor”, pero esta aparente estabilidad fue temporal.
A mediados de la década, los homicidios volvieron a aumentar y, aunque no se alcanzaron los niveles de 2010, Juárez regresó a los primeros lugares entre los municipios más violentos del país.
Según las autoridades, la causa principal del repunte es la disputa por el mercado local de metanfetaminas. En entrevista con el medio ya citado, el secretario de Seguridad Municipal, César Omar Muñoz, afirmó que la relación entre asesinatos y tráfico de drogas surgió de las propias declaraciones de los detenidos:
“la información provenía directamente de varios de los presuntos asesinos que su equipo había entrevistado”. Esta versión fue respaldada por el titular de Seguridad estatal, Gilberto Loya, y coincide con reportes de ONG que siguen la situación de seguridad en la ciudad.
No obstante, el conflicto actual no parece seguir la lógica tradicional del narcomenudeo. Aunque la violencia se concentra en zonas de venta y consumo de metanfetaminas, no hay evidencia clara de un intento por arrebatar territorio, sino de un esfuerzo deliberado por suprimir su distribución.
Este esfuerzo es encabezado por La Línea, la facción que fungió como brazo armado del Cártel de Juárez y que hoy, junto con su aliado Barrio Azteca, ha asumido el control en buena parte del territorio urbano. Aunque mermada en liderazgo, La Línea ha sustituido en gran medida al Cartel de Juárez como actor dominante.
De acuerdo con funcionarios y fuentes civiles consultadas por InSight Crime, hay tres razones por las que La Línea busca frenar la metanfetamina: no tienen acceso directo al producto, consideran que provoca más conflictos sociales y atrae a las autoridades, y además, “la metanfetamina destruye más rápidamente su base de clientes”, a diferencia de drogas como la heroína, que tiene un consumo prolongado.
En las zonas controladas por La Línea, se permite el comercio de heroína, crack, marihuana y cocaína, aunque esta última ha sido desplazada en buena parte por la metanfetamina, lo que podría explicar la resistencia a que gane más espacio. Su dominio abarca el centro de la ciudad, zonas limítrofes con EEUU. y barrios acomodados al oriente.
Por otro lado, el borde sur y suroeste de Juárez, donde se concentra la mayoría de los homicidios recientes, es territorio del Cártel de Sinaloa y sus aliados locales, los Artistas Asesinos. “La tendencia de homicidios centrada en esta área ha estado presente durante años”, señala una ONG local, lo que confirma que el conflicto está íntimamente ligado al esfuerzo de La Línea por contener la expansión de las metanfetaminas.
Sin embargo, el narcomenudeo no es la única fuente de ingresos disputada. La economía criminal de Juárez incluye secuestros, extorsión, tráfico de migrantes y contrabando, y las alianzas entre grupos están en constante transformación, lo que complica aún más la estabilidad en la región.
::: Tráfico de migrantes redefine el mapa criminal en Juárez
En los últimos años, Ciudad Juárez se consolidó como un corredor clave para el tráfico de migrantes hacia Estados Unidos, una actividad que ha llegado a ser tan lucrativa como el narcotráfico y que, además, representa un menor riesgo legal. “Los delitos relacionados con el tráfico de migrantes no se persiguieron ni se procesaron en México y Estados Unidos con la misma intensidad que el narcotráfico”, señala InSight Crime.
El primer grupo en capitalizar esta actividad fue Los Mexicles, antiguos aliados del Cártel de Sinaloa, que operaban con fuerza desde el penal de la ciudad. A partir de 2020, bajo el liderazgo de Ernesto Alfredo Piñón de la Cruz, “El Neto”, comenzaron a actuar de manera autónoma y tomaron control del tráfico local de migrantes.
Según Gilberto Loya, Ministro de Seguridad de Chihuahua, los Mexicles cobraban entre 5 mil y 10 mil dólares por persona y también obtenían ingresos de secuestros y rescates de migrantes. “Por un tiempo, el tráfico de migrantes fue más lucrativo que el narcotráfico internacional en Juárez”, reconoció Loya.
Estimaciones del gobierno estatal calculan que esta economía criminal generaba hasta 100 millones de dólares mensuales solo en Juárez. Para reducir aún más su exposición, los Mexicles empleaban a menores como “polleros”, quienes eran poco perseguidos por la justicia estadounidense.
Con esos recursos, los Mexicles expandieron su presencia territorial y fundaron la Organización Criminal Independiente Mexicle (OCIM) en el sureste de la ciudad. La existencia de esta célula fue confirmada por autoridades estadounidenses tras el secuestro de cinco camiones que se dirigían a un cruce fronterizo, caso que reveló una operación más estructurada de lo que se creía.
Ante el creciente poder de este grupo, el gobierno estatal reubicó a varios de sus líderes a otros penales, incluido “El Neto”. Los Mexicles respondieron con violencia: en agosto de 2022 protagonizaron un motín dentro y fuera del penal que dejó 11 muertos.
El 1 de enero de 2023, lanzaron otro operativo que resultó en la fuga de “El Neto” y otros 30 reos, dejando 17 muertos entre guardias, presos y civiles. Días después, la policía abatió a “El Neto” en Juárez.
::: Emergencia de “La Empresa”
Durante este reacomodo surgió un nuevo grupo: “La Empresa”, cuya filiación es aún discutida. Para César Omar Muñoz, Secretario de Seguridad de Juárez, proviene del Barrio Azteca; para Loya, es una escisión de La Línea e incluso podría ser una creación de exmiembros del Cártel de Juárez que fueron marginados por sus antiguos aliados.
Lo cierto es que el liderazgo de Gerardo Santana, alias “300”, ha sido clave. Según Border Report y el FBI, Santana fue líder del Barrio Azteca antes de encabezar La Empresa. Con el debilitamiento de los Mexicles, La Empresa tomó el control de importantes zonas del tráfico de migrantes y desplazó al Barrio Azteca hacia una franja reducida. Además, según Loya, se aliaron con los Mexicles para atacar a los Artistas Asesinos al sur de la ciudad y también aumentaron su presencia dentro del penal local.
Aunque la llegada de Donald Trump a la presidencia de EEUU provocó una pausa temporal en el flujo migrante, La Empresa mantuvo sus operaciones e incursionó en el secuestro, que repuntó en abril y mayo. Sin embargo, tras una serie de detenciones, el grupo parece haber regresado al narcomenudeo, con la mira puesta en el control del corredor internacional de drogas de Juárez.
El impacto de estas pugnas se sintió más allá de Juárez, el 8 y 9 de septiembre de 2024, seis personas fueron asesinadas en el Triángulo de Ojinaga, zona que incluye los municipios de Ojinaga, Manuel Benavides y Coyame. Tras las detenciones de siete sospechosos, uno reveló ser originario de Durango, a unos 800 km de distancia, lo que, según Loya, fue una señal de que una guerra más amplia se estaba gestando.
Detrás de esta violencia resurgieron viejas rivalidades, La Línea contra el Cártel de Sinaloa, pero ahora con nuevas caras. La Línea comenzó a identificarse como el Nuevo Cártel de Juárez, mientras que la facción rival se presentó como “Los Cabrera”, una estructura ligada al clan Cabrera Sarabia, con base en Durango y designados como capos por el Departamento del Tesoro de Estados Unidos en 2015.
Su objetivo, advirtió Loya, era abrir nuevas rutas para el contrabando de drogas y migrantes a través de Ojinaga, lo que confirma que el negocio migratorio y el narcotráfico se han entrelazado en una disputa cada vez más fragmentada y violenta.