Ignorancia, ilegalidad y…más

La Reforma Educativa es un hermoso pretexto.

 

Un paquete de buenas intenciones.

Pero, además, un argumento ideal para la manipulación.

La confrontación y el choque, incluidos.

Está visto que la profesionalización y la excelencia académica, causan tirria.

Optimizar y darle sentido social a la educación, parece una utopía.

Sin embargo, ha servido para exhibir modelos espartanos.

Un solo personaje (Elba Esther Gordillo), que arrincona al Estado.

Una profesora que controla a más de un millón de mentores.

La misma que con un puñado de ideas y de frases, revuelca a un gabinete presidencial.

Poder manifiesto, quizá excesivo, que desarticula políticas públicas.

Todo frente al nerviosismo y el temor de un grupo de secretarios de Estado.

Los ha precipitado a la ansiedad.

A mostrarse como perros en el periférico, sin saber para dónde jalar.

Es tal el desconcierto, que se atropellan entre ellos mismos.

Mientras tanto, ella se repliega y diseña estrategias de combate.

Avanza dos o tres zancadas adelante.

Utiliza a sus alfiles con un efecto distractor.

Efectivo, porque no se puede dar jaque a la reina.

No obstante, es la evidencia de un absurdo generalizado.

Que todo un esquema educativo, se encuentre sometido a los caprichos.

Sin reparar que en la colisión hay víctimas colaterales.

El escenario más claro, y contundente, es la riña Estado-Elba Esther Gordillo.

Ni siquiera pensar en el gobierno federal contra el Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación.

La voluntad colectiva está cancela.

Tampoco se repara en el daño ocasionado a las víctimas:

Millones de infantes, jóvenes y adultos paralizados en el aprendizaje.

Una educación deficiente, paupérrima, vergonzante y lastimosa.

Ligada a un mundo donde el profesorado y los alumnos caminan por promedios debajo de la media.

Mientras tanto, se capitalizan eventos masivos y parafernálicos.

Un cuarto de guerra colectivo y un retiro estratégico para arremeter.

Las esferas gubernamentales y las sindicales, prestos para guerrear.

Pero en ambas partes no habrá caídos.

Lisiados y cadáveres, en esa metáfora, serán de un solo bando:

Los educandos. Además de los educadores.

Víctimas de un aparato educativo instalado en la perversidad.

Alumnos de jardín de niños a escuelas normales.

Sin respetar rangos, políticas públicas que exhiben la pobreza del conocimiento, del aprendizaje y del magisterio.

Involucran confrontaciones y odios personales.

Pierden de vista, que un suicida se juega el todo por el todo.

¿Quién será el triunfador?

Las víctimas y derrotados, ya los conocemos.

Toda la sociedad.

 

 

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