Desde que se domesticó el caballo, hace unos 5.500 años, la invención de la montura, los carros y la caballería contribuyeron a transformar la civilización humana. Pero también a los propios caballos, profundamente.
La locomoción, fisiología y cognición de estos animales cambió adaptándose a las sociedades humanas, asumiendo con ello un alto número de mutaciones genéticas. Un estudio internacional en el que ha participado el Instituto de Biología Evolutiva, centro mixto del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), y la Universidad Pompeu Fabra, ha identificado en los caballos un conjunto de 125 genes potencialmente relacionados con el proceso de la doma.
Para ello, los investigadores, que han publicado su investigación en la revista Proceedings of the National Academy of Sciences (PNAS), han comparado los genomas de dos caballos primitivos fósiles encontrados en Taymyr (Rusia), con el del caballo doméstico moderno y el del caballo salvaje mongol, también conocido como caballo de Przewalski.
Entre los 125 genes identificados los investigadores han hallado un conjunto que estaría implicado en el desarrollo de los músculos, las extremidades, las articulaciones y el sistema cardiovascular, lo que, según los investigadores, supondría la adaptación fisiológica del caballo a las sociedades humanas. Un segundo grupo de genes estaría relacionado con las funciones cognitivas, como el comportamiento social, la capacidad de aprendizaje, la respuesta al miedo o el placer y la cordialidad, factores que se asocian con la doma.
Mutaciones dañinas
“Otra de las cosas que hemos visto es que la domesticación va asociada a la endogamia y a un exceso de mutaciones dañinas. Es lo que llamamos ‘costes de la domesticación’, algo que también se ha visto en otros seres vivos, como los perros, los tomates o el arroz. Suele ser consecuencia de la relajación de la selección natural producto de los cuellos de botella demográficos asociados a la domesticación”, explica el investigador Tomás Marqués-Bonet, investigador ICREA y jefe del Laboratorio de Genómica Comparada del IBE (UPF-CSIC).
Los análisis realizados en este trabajo ofrecen también una perspectiva histórica del árbol genealógico de los caballos y de los inicios de la domesticación. Según los resultados, la rama a la que pertenecen los caballos primitivos de Taymyr se separaró del ancestro común del caballo doméstico y del caballo salvaje mongol hace al menos entre 127.000 y 159.000 años. Por su parte, el ancestro del caballo salvaje mongol se separó del ancestro del caballo doméstico hace entre 43.000 y 52.000 años. Esta división pudo ser el resultado de la fragmentación de los hábitats de los caballos que se produjo en esa época.