Unas horas más y este 2014 queda en la historia. La cena de fin de año es la convivencia familiar, regularmente, donde se presentan los mejores platillos justo a la medianoche para que, sentados a la mesa, se despida al año viejo y se dé la bienvenida al nuevo. Pero, para acompañar las suculentas presentaciones gastronómicas o al momento de levantar las copas
para brindar por lo venidero durante las 12 campanadas, una buena copa de vino siempre está entre las manos.
Con la intención de finalizar este año e iniciar el 2015 con el compromiso con la Tierra, ¡qué tal un vino ecológico! que provenga de la llamada agricultura ambiental donde sus campos son abonados con fertilizantes orgánicos naturales, procedentes de residuos del propio cultivo y que su envasado es sin tratamientos químicos.
La Unión Europea ha puesto sobre la mesa de discusiones el tema de la elaboración del vino ecológico con el objetivo de reglamentarlo y hacer una clara diferencia con el uso de las uvas ecológicas donde tiene que ver la cosecha y el clima de las regiones donde se cultiva. Además, donde la utilización de los sulfitos (requeridos en los vinos tradicionales para su conservación) sea limitado.
Se dice que la elaboración de un vino de cultivo ecológico supone una particular forma de entender la vida. En la siembra de la uva, se busca que sea la misma naturaleza la que haga su trabajo sobre los viñedos, respetando la biodiversidad y eliminando los químicos. Debido a que se pensaba que la realización de vinos ecológicos era un trabajo artesanal, se han implementado ciertas disposiciones que determinan cuándo un vino es ecológico y es aquí donde la agricultura ecológica se encarga de aplicar las normas que tratan desde cómo debe labrarse la tierra hasta las leyendas de las etiquetas de la botella que lo guarda.
A esta bebida se le exige que la fermentación sea con levaduras naturales o autóctonas donde se vale el estiércol de animales, le están prohibidas las bacterias transgénicas OGMs y se le pide que la vinificación se haga sin el antiséptico y antioxidante SO2. Asimismo, el suelo debe ser capaz de aprovechar el cultivo manteniendo el equilibrio ambiental del lugar. La viña es una rústica planta fácil de manejar en la que las plagas pueden atacarse de forma natural sin químicos para no afectar otras especies. El vino ecológico extrae lo mejor de la tierra y es amigable con el entorno, favoreciendo la flora y la fauna.
Sobre el vino y la salud, ya mucho se ha comentado de sus beneficios al organismo humano, sobre todo, en el corazón, limpiando las arterias. Ahora, al vino ecológico se le señala como la bebida moderada que tiene acción antiespasmódica y antibacteriana, activa la secreción biliar, que tiene el efecto de atenuar las alergias, protege las paredes arteriales, aporta zinc, magnesio, litio, calcio y potasio, que ayuda a los anémicos y a mejorar la memoria, actúa contra la anorexia y que puede ayudar a prevenir el desarrollo de algunos tipos de tumores inducidos por químicos, pero la verdad sólo la tienen la ciencia y sus especialistas.
Actualmente, se están abriendo los caminos de esta etapa vitivinícola que utiliza técnicas que combaten el cambio climático porque; cabe señalar que, en Chile, como en otras partes del mundo reconocidos por su elaboración de vinos, se han dejado sentir los efectos ambientales, como las lluvias atemporales que han llevado a los agricultores a modificar la cosecha de la uva.
El empaque de los vinos verdes es reciclado y las tintas de los textos que informan a la clientela sobre el producto son de agua. La propuesta por iniciar la producción de los vinos de esta generación es una buena iniciativa sustentable.
Punto ambiental: El vino ecológico es la esencia de la fortaleza de la misma Tierra y la naturaleza en el paladar. valoresnaturales@gmail.com