Una investigadora de la UNAM desarrolló un método que permite mejorar las semillas de árboles nativos para aumentar su resistencia al cambio climático y con ello ayudar a la restauración de sistemas ecológicos en el país, informó la Agencia Informativa del
Conacyt.
La doctora del Instituto de Ecología de la UNAM, Alma Orozco Segovia, explicó en entrevista que los métodos denominados estrategias de acondicionamiento consisten en “estresar” las semillas, para que en un futuro se usen por cualquier persona sin la necesidad de un laboratorio o de pruebas sistematizadas.
“Estoy tratando de mejorar semillas de árboles nativos como se hace con los granos de maíz, a través de tratamientos fisiológicos, no genéticos, para restaurar el ecosistema”, indicó la doctora de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).
Para incrementar la tolerancia al estrés en la semilla ésta debe recolectarse de preferencia en la misma zona donde se va realizar la restauración ecológica.
“Primero debemos saber qué tipos de semillas me interesan. Por eso tengo que conocer la comunidad, el ecosistema que quiero restaurar. Después de eso, identifico las épocas de fructificación y, por último, voy y las recolecto directamente de los árboles sin importar cuan alto sea; y las traigo al laboratorio.
“Les ‘tuerzo el brazo’ hasta que se vuelven tolerantes al estrés, pero antes las limpio con éter para eliminar insectos y fungicidas para los hongos; usamos hipoclorito de sodio para eliminar tanto hongos como bacterias. Dependiendo de la especie modificamos el tiempo de exposición en esas condiciones”, detalló.
Lo idóneo, mencionó la especialista, sería encontrar poblaciones de semillas sanas, pero cuando los ambientes están muy estresados, las especies también tienen un estrés fisiológico, y por lo tanto los patógenos o los insectos las pueden atacar con mayor facilidad.
Después, la investigadora les introduce a una cámara de germinación, pero si es una semilla de una zona que en general se quema también se puede someter a tratamientos de calor o incendio, porque a veces estas temperaturas permitirán que las semillas germinen.
“Luego las preparo para que ya no tengan ningún obstáculo para germinar. Las vuelvo permeables metiéndolas en agua a temperatura de 100 grados centígrados. Quito mis semillas de la estufa, bajo la temperatura a 80 grados centígrados y allí las dejo dependiendo del volumen de las semillas y del grosor de la cubierta de las mismas”, abundó.
Una vez que la semilla germinó, ésta tiene información de que el ambiente es adverso por lo que sintetiza las proteínas que le van a permitir saber cómo podrá enfrentarse a esas condiciones adversas.
“Estamos haciendo que las semillas que estaban en el árbol con un ambiente determinado, nutridas por la planta madre, lleguen al suelo y se enfrenten a las condiciones de hidratación, de temperatura, en las que va a germinar primero como semilla y luego como planta”, agregó.