El fenómeno se da debido a las diferencias entre los calendarios. Por ejemplo, el calendario gregoriano tiene una duración entre 28 y 31 días dependiendo del mes y el año. En el caso de los meses lunares, el ciclo es siempre de 29,5
días aproximadamente. Cada cierto tiempo, dos lunas llenas pueden coincidir en un mismo mes.
El hecho que un mes tenga una segunda luna no cambia su color. La mayoría de las lunas azules se ven pálidas y blancas, al igual que cualquier otra noche. Sin embargo, en raras ocasiones puede volverse azul.
Para que la luna se vea realmente azul se necesita generalmente una erupción volcánica. En 1883, por ejemplo, se vieron lunas azules casi todas las noches después que el volcán indonesio Krakatoa explotara con la fuerza de una bomba nuclear de 100 megatones. Penachos de ceniza se elevaron hasta la cima de la atmósfera de la Tierra y la Luna se volvió azul.
Algunos de los penachos estaban llenos de partículas de 1 micra de ancho, lo que es prácticamente igual a la longitud de onda de la luz roja. Las partículas de este tamaño especial son ideales para dispersar la luz roja, mientras que permiten el paso de la luz azul. De esta manera, las nubes del Krakatoa actuaron como un filtro azul, así lo informa MiamiDiario.com.
También se observaron lunas azuladas en 1983 después de la erupción del volcán El Chichón, en México. Y existen informes de lunas azules causadas por el monte Santa Helena, en 1980, y por el monte Pinatubo, en 1991.
La próxima luna azul se podrá visualizar el próximo 31 de enero 2018.