En conferencia de prensa realizada hoy en el Instituto de Geofísica de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), Karina Cervantes de la Cruz, investigadora de dicho instituto, destacó que “si bien no es probable que el asteroide Florence impacte con la Tierra, es muy importante para la ciencia porque se pueden estudiar las propiedades de estos cuerpos”.
Estas investigaciones se logran gracias a la medición de sus propiedades espectrales, es decir, la luz que refleja la superficie del asteroide nos permite conocer de qué está hecho, y nos da la oportunidad de ampliar nuestros conocimientos acerca del Universo.
Gracias a esto se ha podido identificar que Florence está compuesto de un mineral rico en silicio, hierro y magnesio, lo que además también permitirá identificar el tamaño exacto del asteroide y conocer mejor cómo se constituye su estructura.
Florence fue descubierto en 1981 y el siguiente encuentro con nuestro planeta será hasta el año 2500, por lo que la Administración Nacional de la Aeronáutica y del Espacio (NASA por sus siglas en inglés), observará el objeto desde su Radar del Sistema Solar Goldstone, en California, y el Observatorio Arecibo en Puerto Rico.
Existen asteroides potencialmente peligrosos, es decir, cercanos a nuestro planeta, los cuales se dividen en: Atira (contenidos en la órbita de la Tierra), Amor (rozan la órbita de la Tierra); Atón y Apolo (cruzan la órbita terrestre).
Para que se les considere potencialmente peligrosos, explicó Guadalupe Cordero Tercero, investigadora del Instituto de Geofísica de la Máxima Casa de Estudios, se requieren dos características: un tamaño mayor a 140 metros y que su distancia mínima a la Tierra sea menor que 19.5 veces la distancia de la Tierra a la Luna.
El asteroide Florence es tipo Amor, tendrá una distancia mínima de 18 veces la distancia Tierra-Luna, se acercará a una velocidad de 13.53 kilómetros por segundo y tiene un tamaño estimado entre cuatro y nueve kilómetros, por ello, los científicos consideran de vital importancia el estudio de estos objetos celestes.
Uno de los proyectos que tiene nuestro país en este sentido se lleva a cabo en el Instituto de Astronomía de la UNAM, institución que forma parte de la mesa directiva del Foro Consultivo Científico y Tecnológico. El proyecto TAOS II es un censo automatizado de observaciones de objetos más allá de Neptuno.
Marco Antonio Muñoz Gutiérrez, posdoctorante del Instituto de Astronomía de la misma universidad, explicó que el proyecto consta de tres telescopios ópticos que observarán más de 10 mil estrellas a la vez, buscando fluctuaciones en el brillo de las estrellas producidas por el paso de estos objetos .
Los datos que producirán TAOS II (el cual es una colaboración entre México, Taiwan y Estados Unidos) permitirán aplicar el conocimiento a otras poblaciones como asteroides, entre ellos, los potencialmente peligrosos. “Es uno de los proyectos más importantes para el futuro cercano de la astronomía en México; se espera que a partir del verano de 2018 comience a tomar datos (…) puede tener un gran impacto para la astronomía mexicana en un ámbito internacional”, finalizó Muñoz.