Preservación de tortugas marinas en Santander, Veracruz

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Xalapa, Veracruz. 17 de septiembre de 2018 (Agencia Informativa Conacyt).- En la zona costera del estado, cerca de la carretera Veracruz-Nautla, se ubica la
comunidad de Santander, en el municipio de Alto Lucero. Desde hace poco más de 20 años, este lugar ha sido caracterizado principalmente por su actividad ambientalista y de protección de vida marina. Entre los cientos de metros cuadrados que constituyen este territorio, se encuentra uno de los campamentos tortugueros más conocidos en la geografía veracruzana y sobre todo en la comunidad biológica-agropecuaria.
 
Durante todo este tiempo de vida del campamento, se han impulsado actividades de concientización social acerca de la conservación y preservación de especies marinas. Sobre todo, de aquellas que por razones de crecimiento urbano, comercial y la cultura de depredación, entre otros factores, el día de hoy se encuentran en peligro de extinción. Este es el caso de la tortuga verde (Chelonia mydas) y la tortuga lora (Lepidochelys kempii).
Mientras que la primera está catalogada por la Unión Internacional de Conservación como una especie en peligro de extinción, la segunda destaca por instalarse ya en lo que se conoce como peligro crítico de extinción. La urbanización de la zona costera, el incremento poblacional y la falta de políticas públicas en materia de cultura de preservación marítima han sido los factores que han llevado a este estado a estas dos clases de reptiles.
La tortuga lora sale en el día. Sus hábitos para acudir a la playa y desovar son durante las horas antes de la puesta del sol, razón por la que hoy en día se encuentra más expuesta. Además, es una especie endémica. Esta tortuga solo aparece en la zona del golfo de México, no es posible localizarla en alguna otra parte del mundo. La tortuga verde, por su parte, tiene una distribución en todo el globo, especialmente en la zona del trópico. Aún con esa distribución tan amplia, también está en peligro de extinción.
El campamento tortuguero tiene una antigüedad de 20 años aproximadamente. Este campamento lo manejan las personas de la comunidad, son alrededor de 12 ciudadanos que se hacen cargo desde marzo —cuando llega la tortuga— hasta agosto, cuando deja de llegar la tortuga verde. La tortuga lora arriba los meses de abril, mayo, quizá unos días de junio. La tortuga verde empieza a llegar en junio, julio y agosto.
 
Factores del estado actual
Para el doctor Pascual Linares Márquez, especialista en bioética y conservación de recursos naturales, de la Facultad de Biología y Ciencias Agrícolas de la Universidad Veracruzana (UV), existen distintas razones que han llevado al estado actual en la mortalidad de las tortugas marinas, pero los más destacados son el incremento poblacional y el aumento de la vida turística y comercial de la zona costera.
“La pérdida de los nidos ha ido en aumento porque las playas están contaminadas, porque algunas zonas se han utilizado para urbanización, como Veracruz puerto y Boca del Río. Estas zonas eran zonas de arribo de las tortugas marinas. Hay zonas también que han sido obstruidas por el comercio hotelero. Las tortugas ya no llegan allí. Esto hace que hayan disminuido las poblaciones al grado de que hoy se encuentran en peligro de extinción”.
Este diagnóstico es el resultado de más de cinco años de investigación y gestión de proyectos de intervención, tanto académico como divulgativo. Con esto, han podido tener un panorama de las distintas clases de tortugas que llegan al campamento. Desde que Linares Márquez inició con esta actividad profesional de conservación, se ha intentado socializar en la comunidad la importancia de la protección ambiental del territorio.
“Nosotros iniciamos de manera formal con el proyecto Bioética y conservación de tortugas marinas en 2013, en la localidad de Santander, Veracruz. Allí hay arribo de dos especies de tortugas: tortuga lora y tortuga verde. En el estado de Veracruz llegan otras especies de tortugas. En la Isla de Sacrificio, por ejemplo, llegan algunas tortugas carey, pero son pocas, cada año, cada temporada llegan muy pocas”.
En 2015 —comenta el académico—, llegó una tortuga laúd al campamento de Santander. Esta clase de tortuga es raro verla en estos territorios. Cada año, cada temporada llegan tanto la lora como la verde. Llegan a depositar los huevos a la playa, esa es la función que tienen. En estos meses acuden, depositan los huevos y hacen un nido. En cada puesta, la tortuga lora puede poner entre 60 y 110 huevos por nido, aproximadamente. La tortuga verde logra poner entre 100 y 150.
Las personas que manejan ese campamento ubican los nidos —cuando llegan las tortugas—, y los trasladan a corrales, porque una de las problemáticas en la costa es que las personas saquean los nidos. También puede haber coyotes o algunos perros, pero regularmente son las personas, pues desde hace mucho tiempo tienen la costumbre generalizada de comerse los huevos.
Como parte del desarrollo de esta investigación, los miembros del equipo elaboraron nidos artificiales para salvaguardar a las tortugas marinas y protegerlas de los distintos peligros. Para el diseño de los mismos, se sirvieron de la norma 162, establecida por la Semarnat en materia de cuidado ambiental.
“Hay una norma de Semarnat, la norma 162, que nos dice cómo hacer corrales, son corrales que tienen en el perímetro una malla ciclónica y en la base tienen una malla mosquitera con medio metro enterrado y medio metro superficial para evitar que se metan los cangrejos o cualquier otra especie que pueda hacer daño a los nidos, porque también la zona en la que dejan los nidos a la intemperie pueden ser afectados por algunas especies de cangrejos”.
De esta manera se trasladan estos nidos, se llevan a los corrales y en ellos se les pone una etiqueta, conforme a la norma, donde se dice el día en que hizo la tortuga ese nido y se esperan de 45 a 55 días más para que estos huevos eclosionen, para tener una nueva generación de tortugas. Este desarrollo permitió que el equipo verificara si el procedimiento llevado a cabo era el correcto, según las condiciones del territorio, es decir, si se estaban haciendo los nidos de manera correcta y eficaz.
 
Finalmente, las condiciones fueron las adecuadas para que se comprobara la similitud entre las circunstancias climatológicas entre un nido artificial —como el fabricado— y uno natural: temperatura y condiciones de humedad.
Dinámicas de las poblaciones de tortugas y educación para la protección de especies
Como parte de este trabajo de investigación, el académico y su equipo realizaron una revisión de las dinámicas de las poblaciones desde 1995 a 2015. Con apoyo de la Semarnat, quien proporcionó los datos registrados, se comparó si las poblaciones en la cantidad de nidos disminuían o aumentaban. Efectivamente, se encontró que registran un ligero aumento en la cantidad de nidos. Para los biólogos, este ligero aumento posiblemente sea porque se están recuperando las poblaciones.
No se puede decir totalmente, pero sí hay una pequeña recuperación. Aunque las condiciones ambientales van en detrimento, porque las playas están cada vez más contaminadas, hay mayor urbanización, consideran que el manejo de los campamentos ha sido adecuado. Se han conservado estos nidos y se ha tenido cada vez más una mayor cantidad de neonatos, de tortugas nuevas liberadas.
“La conservación de las tortugas es un problema complejo, quizá como todos los problemas que encontramos en todos los sistemas naturales. Hicimos un trabajo de bioética con la valoración de la misma comunidad de Santander sobre las tortugas marinas. Uno piensa que como es una comunidad pequeña (365 personas) no solo ellas conocen sobre las tortugas marinas, sino todas las localidades de la zona costera de Veracruz”.
En este sentido, se revisó a través de las opiniones formalizadas cómo valoran ellos a las tortugas marinas y se encontró que aproximadamente 50 por ciento sí saben que llegan las tortugas marinas, saben las fechas de arribo, saben qué especies llegan por lo menos en su nombre común. Pero también pudieron ver que otra parte de la comunidad no tiene los conocimientos ni el interés por estas tortugas. Valoran más sus mascotas. “Es algo que no esperábamos encontrar, pero abordamos esta apropiación y esta valoración que tienen estas personas”.
Otra situación alterna fue buscar organizaciones que apoyen, los académicos hicieron contacto con fundación española Quelonia. Los integrantes de la misma están dedicados a la protección de las tortugas marinas de todas las especies. Con esta asociación, los biólogos veracruzanos han tenido contacto desde 2015. Vinieron al estado a impartir dos cursos acerca del manejo de las tortugas, sobre la elaboración de proyectos para la protección de tortugas y con ellos se publicaron los datos de la Semarnat.
“Hay poca información sobre la zona costera. Iniciamos otro trabajo para poder incidir en la educación formal y tenemos un proyecto que es la enseñanza de la biología en escuelas primarias del tramo costero La Mancha-Santander. En este tramo costero hay varias escuelas primarias sobre la zona costera. Empezamos a trabajar con docentes. Hicimos un diagnóstico de cuál es la relación que tienen los docentes con las tortugas marinas”.
En este diagnóstico se preguntó qué especies llegan, el estatus de las especies y se encontró que muchos de los maestros de la escuela primaria no son de la zona. Llegan a dar clases y el fin de semana regresan a su ciudad natal y, por tanto, no están familiarizados con los recursos de la zona.
“A partir de eso dimos un curso a maestros de primaria de La Mancha, el Viejón, Tinajitas, Palma Sola, Santander y Santa Ana. Ahora vamos a continuar dando talleres a los niños de primero a sexto grado. Abordaremos el ciclo de vida de las tortugas, la importancia de la conservación. Continuamos trabajando porque se necesita tener esa información. En toda la zona costera hace falta incidir en la gente adulta, sobre todo en aquella que no está involucrada con un nivel escolar formal, pero todavía nos falta mucho”.
Con estas charlas y pláticas, el objetivo es concientizar a la población para que tengan en cuenta la importancia de proteger las especies marinas. De esta manera, el ideal es que el estado crítico de la tortuga lora pueda cambiar de panorama, pues de lo contrario podría dejar de existir en algunos años.

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