Ciudad de México. 30 de octubre de 2018- Cuando a Alejandra Bourillón Moreno le mostraron las huellas de dinosaurio con las que iba a trabajar, quedó
sorprendida. La restauradora no pudo evitar preguntarse por qué las huellas estaban sobre una pared vertical y no sobre el piso. Pero cuando llegó físicamente al sitio donde estaban los vestigios prehistóricos, se sorprendió aún más, pues las huellas no solo eran de varias especies de dinosaurios con más de 100 millones de años de antigüedad, sino que estaban en muy mal estado de conservación.
El sitio se encuentra en Atexcal, al sur de Puebla, casi a 40 kilómetros de la ciudad de Tehuacán, y es un afloramiento muy grande. La zona con la mayor cantidad de huellas mide casi 18 metros de largo y tiene cuatro metros de altura, y está a la intemperie, explica la restauradora egresada de la Escuela Nacional de Conservación, Restauración y Museografía "Manuel del Castillo Negrete" (ENCRyM).
“Llegamos al sitio porque fue afectado por el sismo de septiembre del año pasado, se nos pidió hacer un diagnóstico del lugar. Cuando llegamos, nos dimos cuenta de que hay grietas y fisuras que deben ser monitoreadas, porque pueden abrirse o albergar animales que afecten las huellas. También vimos que hay material que está a punto de desprenderse”.
De hecho, desde que el sitio fue descubierto, en 2003, se ha perdido 50 por ciento de las huellas y sigue la disgregación y el desprendimiento debido a los movimientos sísmicos, a la lluvia y a la radiación solar. Pero este año, la Coordinación Nacional de Conservación del Patrimonio Cultural, del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), tomó el sitio en sus manos para comenzar labores de conservación.
“El problema es que las huellas se encuentran en una pared formada por diversos estratos de roca caliza y arenisca, que tienen un comportamiento diferencial. Entonces, la lluvia se filtra a través de los estratos en la pared vertical y provoca expansión y contracción de la roca, lo que ocasiona que las huellas se desprendan”.
Alejandra Bourillón cuenta que en un intento por detener el desprendimiento de la pared, los pobladores locales construyeron un par de contrafuertes en el sitio. El problema es que tal vez esta construcción pudo haber provocado el desprendimiento de una huella, aunque no hay seguridad sobre ese hecho, pues en realidad no es posible saber si la pérdida de las huellas ha sido por cuestiones naturales, accidentales o por extracción deliberada.
Por ahora la prioridad del equipo de restauración, integrado por seis profesionales de distintas disciplinas, es no perder la información que estas huellas poseen, así que comenzarán por hacer un registro detallado de cada una de ellas.
El siguiente punto de importancia es evitar el colapso que, además de llevar a la pérdida de estos vestigios prehistóricos, representa un riesgo para los pobladores que suelen visitar el sitio.
“Es un sitio conocido y visitado, pero no tiene custodia. Hasta ahora no hay vandalismo ni grafitis en la zona, pero en un futuro el INAH podrá volverlo más seguro para las personas y para el patrimonio”.
¿Los dinosaurios caminaban por las paredes?
Pero, por qué las huellas en el sitio de Atexcal se encuentran sobre una pared vertical de cuatro metros de altura, ¿acaso los dinosaurios caminaban sobre las paredes? Esta es la pregunta que Luis Abel Jiménez Galindo, ingeniero geológico, hizo a los asistentes a la Fiesta de las Ciencias y las Humanidades 2018, de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).
Luis Jiménez es parte del equipo de conservación que trabajará en el caso del sitio de Atexcal y explica que el hecho de que las huellas de dinosaurios se encuentren en una pared, da cuenta de la historia del planeta Tierra.
Estas huellas, de aproximadamente 100 millones de años de antigüedad, dan cuenta de los animales que vivieron en la era Mesozoica, cuando gran parte del territorio mexicano se encontraba bajo el agua. De hecho, lo que hoy es México, estaba formado por plataformas, parecidas a grandes islas, que sobresalían del océano.
“Lo que sucedió en esta región fue que los dinosaurios caminaban por estas zonas, por las lagunas costeras y las playas, y a su paso dejaban huellas que, con el oleaje y las transgresiones marinas (el aumento en el nivel del mar), se cubrían por arena y diferentes sedimentos y quedaban cubiertas y protegidas”, explica Luis Jiménez.
Estos sedimentos endurecieron y con el paso de los años y el movimiento de las placas tectónicas, lo que alguna vez fue suelo sufrió el empuje de las placas y, en una especie de plegamiento, se transformó en una pared vertical que deja expuestos los estratos que alguna vez fueron horizontales.
Después, con la erosión de la lluvia y de otros factores atmosféricos, el estrato de lutita, que alguna vez fue el suelo lodoso donde pisaron los dinosaurios, se desintegró y dejó expuesta la capa de arenisca, formada con la arena que rellenó esas huellas. Por eso hoy en Atexcal se tienen huellas de dinosaurio en relieve y en una pared vertical.
Luis Jiménez y Alejandra Bourillón explicaron que el proyecto de conservación apenas comienza, pero que es imperante llevarlo a cabo lo más rápido posible, pues dudan que las huellas se conserven por más tiempo. El equipo de conservación está en una carrera contra reloj por obtener el registro detallado de cada una de las huellas y financiamiento para realizar un proyecto de conservación integral que incluya la participación de la comunidad local.