BEIJING, Un equipo internacional de científicos ha encontrado posibles evidencias de núcleos celulares y cromosomas
fosilizados dentro del cartílago preservado de dinosaurios que datan de hace 75 millones de años.
La investigación fue realizada por un equipo encabezado por Alida Bailleul, del Instituto de Paleontología y Paleoantropología de Vertebrados de la Academia China de Ciencias, y Mary Schweitzer, de la Universidad Estatal de Carolina del Norte, de Estados Unidos.
El dinosaurio pertenece al género Hypacrosaurus, y fue encontrado en un nido del periodo Cretáceo tardío descubierto en 1988 por el paleontólogo Jack Horner en el noroeste del estado estadounidense de Montana.
Bailleul realizó análisis microscópicos de fragmentos de cráneo de estos dinosaurios anidados. En un fragmento, notó algunas células exquisitamente preservadas dentro del cartílago calcificado en los bordes de un hueso. Dos células de cartílago todavía estaban unidas por un puente intercelular, morfológicamente consistente con el final de la división celular.
Internamente, el material oscuro que se asemeja a un núcleo celular también era visible. Una célula de cartílago conservó estructuras alargadas oscuras morfológicamente consistentes con los cromosomas. "No podía creerlo, mi corazón casi dejó de latir", recordó Bailleul.
Bailleul y Schweitzer, junto con Zheng Wenxia de la Universidad del Estado de Carolina del Norte, buscaron determinar si las moléculas originales también se conservaron en el cartílago de los dinosaurios. El equipo realizó análisis inmunológicos e histoquímicos en el cráneo de otro Hypacrosaurus ubicado en el mismo terreno de anidación. La prueba inmunológica apoya la presencia de restos de proteínas cartilaginosas originales en este dinosaurio.
Los investigadores también aislaron células individuales de cartílago de Hypacrosaurus y aplicaron dos manchas de ADN, DAPI y PI. Estos se unen específicamenteen a los fragmentos de ADN en el material existente, y algunas de las células de dinosaurios aisladas mostraron una unión interna positiva en el mismo patrón observado en las células modernas, lo que sugiere que se puede preservar parte del ADN original de los dinosaurios.
"Estos nuevos y emocionantes resultados se suman a la creciente evidencia de que las células y algunas de sus biomoléculas pueden persistir durante mucho tiempo. Sugieren que el ADN puede conservarse durante decenas de millones de años, y esperamos que este estudio aliente a los científicos que trabajan en ADN antiguo a sobrepasar los límites actuales y usar una nueva metodología con el fin de revelar todos los secretos moleculares desconocidos que tienen los tejidos antiguos", comentó Bailleul.
La comunidad científica no reconoce actualmente la posibilidad de que el ADN pueda sobrevivir durante decenas de millones de años. En general, se acepta que el ADN persiste menos de un millón de años.
Estos nuevos datos sugieren que el ADN, de alguna forma, podría persistir en los tejidos del mesozoico, y sienta las bases para futuros esfuerzos para recuperar y secuenciar el ADN de otros fósiles muy antiguos, señalaron los investigadores.
Pero esto no es ciencia del Parque Jurásico, dijo Bailleul.
"Aquí probablemente tengamos restos fosilizados, cantidades muy pequeñas de ADN de dinosaurio fosilizado, pero esa es una hipótesis en esta etapa. Y el ADN original del dinosaurio podría transformarse químicamente durante la fosilización", indicó.
"Nadie comprende realmente lo que le sucede al ADN en un material tan antiguo, pero nuestro estudio fomenta más investigación en el ADN antiguo para entender los procesos de la fosilización del ADN", dijo Bailleul.
"Nuestros datos sugieren que aún puede conservarse algo del ADN en estas células de dinosaurio, pero nunca será posible recrear un dinosaurio. Una vez que una especie se extingue, lo hace para siempre", agregó.
Aunque el ADN antiguo no pueda usarse para revivir a los dinosaurios, los científicos creen que podrían usar el ADN para rastrear la evolución de la vida.
Los hallazgos fueron publicados recientemente en la revista National Science Review.