Por qué el aislamiento es antinatural para los humanos

Las condiciones medio ambientales han ido dando forma a nuestras adaptaciones anatómicas, metabólicas y conductuales.

 A lo largo de dos millones de años, nuestra especie Homo sapiens evolucionó construyendo una estructura social y cooperativa para poder afrontar las presiones ambientales y sobrevivir, es decir, está en nuestra naturaleza ser seres sociales por lo que este escenario de aislamiento se siente antinatural. Y aunque parezca irónico, al aislarnos en esta crisis seguimos cooperando para poder preservar nuestra especie, reveló Alejandra Nuñez de la Mora del Instituto de Investigaciones Psicológicas en la Universidad Veracruzana, campus Xalapa.

La historia evolutiva de nuestra especie, si tomamos como partida el origen de los primates, se remonta a 65 mil años atrás. Nuestro origen filogenético es como un arbusto, cuyo tronco es el mismo que el de los chimpancés, pero desde que nos distanciamos hace 6 millones de años las condiciones medio ambientales han ido dando forma a nuestras adaptaciones anatómicas, metabólicas y conductuales que hoy nos llevan a estar por toda la tierra, explicó la experta en antropología evolutiva.

El contexto donde se da la evolución humana ocurrió durante una transición climática, en donde los ambientes pasaron a ser más agrestes de lo que solían ser, y jugaron un papel importante en nuestra evolución pues ejercieron presiones a las que tuvimos que adaptarnos. Por ejemplo: una de las teorías más aceptadas sobre por qué nos convertimos en seres bípedos, indica que dada la esparcida distribución de la vegetación en superficies extensas tuvimos que caminar en dos pies por la eficiencia termo-regulatoria y metabólica, además para movernos más rápido, evitando depredadores, y para cargar mejor los alimentos.

“También se observa una encefalización, un aumento en la capacidad craneana de las especies (nos hicimos más cabezones) junto a un cambio en la dentadura, lo que indica un cambio en la dieta. Esto tuvo consecuencias en el desarrollo de habilidades cognitivas y espaciales con un alto costo metabólico. Por ejemplo, los infantes humanos en relación a otros primates son muy costosos de producir en términos de gestación y para llevarlos hasta la adolescencia”, puntualizó Nuñez de la Mora.

Una estrategia para pagar el alto costo de los hijos fue asegurar una mejor alimentación alta en proteína animal, esto implicó la caza de animales en grupo, comunicación y otra característica típica: la cooperación tanto para cazar en grupo, así como para compartir la comida. “Muchas de las normas sociales que aún están en uso desde entonces es la de compartir alimentos porque era una forma de garantizar que en un ambiente que no siempre era benigno hubiera suficiente proteína para seguir cuidando a los pequeños”, dijo la investigadora.

Otro elemento interesante es el uso de herramientas, los humanos parecen ser los únicos primates que han desarrollado distintas tradiciones de manufactura, según estudios arqueológicos, esto revela la necesidad de comunicar, transmitir y enseñar a otras generaciones. “Las relaciones intergeneracionales suceden desde que somos Homo sapiens. El contar historias también es un rasgo único de nuestra especie, de acuerdo con estudios científicos, se ha comparado el éxito reproductivo asociados a la capacidad de contar historias, hay una noción de grupo donde se transfieren habilidades”.

La maternidad y la crianza influenciaron también la conducta social

En comparación con otros primates, nuestras crías tienen un tiempo de infancia mayor para que los niños socialicen y aprendan las reglas de grupo, también las habilidades para extraer los recursos del medio ambiente y seguir apoyando a la crianza de los niños. Por otra parte, toda la reproducción de los mamíferos es particularmente costosa en términos metabólicos, pero en el Homo sapiens lo es un poco más, ya que también atravesamos por cambios fisiológicos como las modificaciones al canal vaginal pues era muy restringido para un primate bastante más cabezón en comparación al de nuestros primos los gorilas, chimpancés y orangutanes.

“Los miembros de nuestra especie tienen que realizar una maniobra bastante complicada al momento del alumbramiento para poder librar el nacimiento de un niño, de hecho es uno de los momentos más riesgosos de la vida, tanto para la madre como para el infante, es por eso que las mujeres parimos acompañadas. Además, la crianza colectiva nos dio una ventaja frente a otras especies para duplicar nuestra población en comparación a los Neandertales por ejemplo, para colonizar la tierra”, mencionó la doctora en Antropología Biológica.

Tras todas estas evidencias podemos solo concluir que nuestro nicho adaptativo es enteramente social y de ahí que percibamos el aislamiento como antinatural, concluyó la científica.

Hoy, la colaboración como especie es el aislamiento. Este es un ejercio de racionalidad de los primates humanos que nos da esperanza. La charla de la doctora Alejandra Nuñez puede escucharse en:
https://www.youtube.com/watch?v=Nba62SUXG8g.



Pie de foto: A lo largo de dos millones de años, nuestra especie Homo Sapiens evolucionó construyendo una estructura social y cooperativa para poder afrontar las presiones ambientales y sobrevivir, es decir, está en nuestra naturaleza ser seres sociales. Foto: FCCyT.

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