MADRID, 20 SEP.Durante una estancia de investigación en la Cordillera Central de Colombia, inaccesible hasta el final del conflicto armado en 2016, una estudiante alemana de doctorado halló a 3.500 metros de altitud una araña hasta ahora desconocida, protagonista del #Cienciaalobestia. La denominó Ocrepeira klamt, en honor a su profesora de instituto por el entusiasmo e interés que muestra a sus alumnos.
La Cordillera Central de Colombia ya es conocida por su inusual gran variedad de especies. Los diversos hábitats y condiciones climáticas y de vegetación que se distribuyen en las diferentes altitudes han propiciado esta biodiversidad. En total, en estas montañas ya se han recolectado y descrito más de 100 especies de arañas.
Cuando Charlotte Hopfe, estudiante de doctorado en el grupo de investigación de Biomateriales de la Universidad de Bayreuth (Alemania), se adentró en estas tierras altas cerca de las costas del Pacífico, muy pocos científicos habían accedido hasta ese momento a esta región, intransitable hasta el 2016, año en la que el conflicto armado interno llegó a su fin.
A una altitud de 3.500 metros, Hopfe encontró una araña que se diferenciaba de otras especies por una estructura llamativa de sus órganos reproductivos. Al analizarla se percató de que era nueva para la ciencia y decidió llamarla Ocrepeira klamt, en honor a su profesora de instituto, Ulrike Klamt.
“Elegí este nombre zoológico por mi profesora. El entusiasmo con el que ejerce su profesión y el interés que muestra en sus alumnos y en la literatura son una inspiración para mí”, detalla Hopfe, que ha descrito la nueva especie bajo la supervisión de Thomas Scheibel, jefe del departamento en la universidad alemana.
La identificación del arácnido, publicado ahora en la revista PLoS ONE, fue posible también gracias al apoyo de investigadores de la Universidad del Valle en Cali, Colombia, con quienes los científicos alemanes colaboran.
Mejores aplicaciones para la seda de arañas
El estudio de las arañas en regiones de alta variedad climática y ecológica también puede ofrecer la oportunidad de responder dos preguntas aún inexploradas. Según los científicos, aún no se sabe cómo influyen las temperaturas, las precipitaciones y otros factores climáticos en la evolución de las arañas o en las propiedades de su seda.
En este sentido, la pregunta sería si las especies con seda extremadamente elástica serían mucho más numerosas en el bosque tropical amazónico que en el semidesierto, por ejemplo.
Por otra parte, tampoco está claro si las propiedades de la seda producida por una especie de araña se ven modificadas por factores climáticos. ¿Una araña que vive en las altas montañas, como Ocrepeira klamt, produciría la misma seda si fuera nativa de una región mucho más baja de la cordillera?
La respuesta a estas preguntas podría proporcionar pistas importantes sobre las condiciones en las que se forman y desarrollan las inusuales sedas de araña.
En la misma línea, el equipo, especializado en el estudio de este biomaterial, también explora la posibilidad de que existan proteínas de seda de araña que, por sus propiedades, sean aún más adecuadas para determinadas aplicaciones en biomedicina y biotecnología que las proteínas de seda actualmente conocidas.
“Cuanto mayor sea la variedad de sedas de araña que conocemos, mayor será el potencial para optimizar los biomateriales existentes y desarrollar nuevos tipos de biomateriales a partir de proteínas de la seda”, concluye Hopfe.