Galápagos, 19 de julio 2021,- Jack Grove es un científico, biólogo marino y naturalista que estuvo recientemente de visita en las Islas Galápagos. Esta es una de las más de 80 estancias que el investigador realiza en Ecuador para estudiar las especies marinas. Esta ocasión sería premonitoria porque el diagnóstico que Grove sugiere sobre el estado del archipiélago es descorazonador.
Grove es una autoridad mundial en el estudio de fauna marina. En 1997 publicó por primera vez The Fishes of the Galápagos Islands bajo el sello editorial de la Stanford University Press, en coautoría con Robert Lavenberg. Grove ha publicado más de una veintena de artículos científicos individuales y colectivos sobre los ambientes marinos de las Islas Galápagos y sobre sus especies, y ha visitado el archipiélago desde 1975 cuando tenía 23 años.
En la visita de una semana, que concluyó ayer, Jack Grove evaluó el deterioro ambiental que sufren las Islas Galápagos como consecuencia de la depredación de las especies, la introducción de especies forasteras, la pesca excesiva y el turismo descontrolado.
La solución para los problemas de las islas se encuentra en el establecimiento de políticas ambientales de rango internacional debido a que las Galápagos no son una entidad aislada, sino que se encuentran influidas por los territorios marítimos de Costa Rica, Panamá, Colombia y Ecuador.
Al graficar los límites marítimos se comprueba que los mares galapaguenses y costarricenses se encuentran. Estos últimos comparten también límites con los mares panameños y colombianos. Esto supondría que las corrientes mutuas compartirán especies, pero también desechos. Ecuador es el único de estos países que se separa de las aguas de las Galápagos por la cordillera submarina de Carnegie que constituye un callejón de aguas internacionales. Las embarcaciones de bandera ecuatoriana, que zarpan del Ecuador continental, tienen que atravesar esta zona antes de llegar al Ecuador insular.
El Estado del Ecuador se plantea la ampliación de su frontera marítima ante la Organización de Naciones Unidas. El plazo para justificar el incremento sobre la base de la Convención del Mar de la que Ecuador es parte desde 2012, prescribe en un año y buscaría ampliar la plataforma marítima continental en 107 mil kilómetros cuadrados, sobre la cordillera de Carnegie y así evitar la incursión de embarcaciones encalladas entre los mares de Galápagos y de Ecuador continental que buscan la explotación de especies endémicas de la región.
Grove asegura que el esfuerzo de conservación tiene que ser colectivo entre estas naciones. Las políticas de preservación ambiental no serán suficientes si solamente se aplican en el Ecuador. Algunas de las especies marinas son altamente migratorias y al dejar la protección de un determinado punto de la geografía podrían perecer.
Otro de los factores de alto impacto es el climático. Grove ya lo anticipó en varios artículos científicos colectivos en donde se evaluaron los efectos del Fenómeno del Niño en la pesca y en la extinción de las especies marinas, así como los perjuicios de la pesca masiva de las embarcaciones chinas, que sufren las especies marinas en la reserva marina de las Galápagos y en las aguas de Ecuador.
El Fondo Mundial para la Naturaleza (o WWF por sus siglas en inglés) asegura que las principales fuentes de contaminación en el Océano Pacífico Oriental son el desfogue de aguas residuales no tratadas por los gobiernos municipales, las aguas agrícolas que no se absorbieron en la tierra y que viajan por el suelo a través de la tierra suelta, las descargas de embarcaciones y operaciones portuarias, la contaminación industrial y de las operaciones petroleras, así como los plásticos arrojados al mar.
Según el galapaguista y científico Jack Grove, el hecho de compartir las fronteras marítimas exige a Costa Rica, Panamá, Colombia y Ecuador a encontrar una solución para las Galápagos, Patrimonio de la Humanidad por declaratoria de la UNESCO en 1978.