Muchos elefantes en la India escapan de una sentencia a muerte y son reeducados para evitar ataques de otros elefantes silvestres acechados por la deforestación.
En los campos de adiestramiento se transforma a estos animales y desde que completan su entrenamiento y aprendizaje son otros seres diferentes que ayudan a evitar ataques de otros elefantes.
El campo de elefantes de Theppakadu es el más grande de India, fue fundado en 1927. Allí los elefantes semisilvestres pero adiestrados, llamados “kumkis” son llevados cada mañana para una limpieza en profundidad, y soltados después por la noche a los bosques.
Estos animales han sido entrenados para ayudar a las labores manuales. Pueden cargar hasta 150 kilos lo que los convierte en útiles trabajadores.
Estos enormes herbívoros son algo así como “ingenieros de ecosistemas”, que pasan 16 horas cada día buscando comida en sus alrededores, diseminando semillas a su paso ayudando de esa forma a la reforestación.
Lo más importante para las comunidades que rodean el campo es que estos animales disuaden las incursiones de los otros elefantes silvestres, cada vez más frecuentes y agresivas, que se aventuran hacia zonas habitadas en búsqueda de comida.
Trabajando con sus “mahouts”, así se llaman a los adiestradores de elefantes, la manada está entrenada para confrontar físicamente y alejar a los plantígrados silvestres de la aldea.
A veces también ayudan a rodear y atrapar a los intrusos para que puedan ser internados en el campo y luego adiestrados para ser útiles a los fines de control.
La India tiene una población de alrededor de 25.000 elefantes, un 60% de la población de elefantes silvestres en Asia.
El motivo de que un elefante ataque a humanos o propiedades es simple y sencillamente la pérdida de hábitat por la expansión del territorio urbanizado o ampliación de la frontera agropecuaria. Los bosques donde solían vivir se han convertido en pueblos o aldeas para humanos.
Más de 2.300 personas murieron por ataques de elefantes en cinco años hasta 2019. En el mismo periodo, más de 500 elefantes murieron, 333 electrocutados y un centenar cazados o envenenados.
Se podría asegurar que los elefantes implicados en ataques fatales posiblemente fueron provocados por actitudes violentas de humanos que trataron de repelerlos.
Los expertos aseguran que terminar con este conflicto entre humanos y elefantes depende de proteger y expandir el hábitat de estos grandes animales y de conectar zonas aisladas de bosque para crear corredores por donde puedan moverse y trasladarse.