EEUU, 27 de marzo 2022.-- La comunidad científica conoce desde hace tiempo el potencial del veneno de los caracoles cono
(Conidae), cazadores de peces y otros moluscos en aguas marinas profundas. Su toxina contiene compuestos que se convierten en fármacos para tratar el dolor crónico, la diabetes y otras patologías humanas. Pero este veneno escondía otros secretos.
Un grupo de caracoles cono produce un compuesto de veneno similar a la somatostatina, una hormona humana inhibidora que puede utilizarse para tratar trastornos de crecimiento, entre otros
En un nuevo estudio publicado en la revista Science Advances, un equipo de investigadores ha demostrado que un grupo de caracoles cono produce un compuesto de veneno similar a la somatostatina, una hormona humana inhibidora que puede utilizarse para tratar trastornos de crecimiento, del páncreas, del dolor y la inflamación.
“Es una hormona que tiene muchísimas funciones diferentes en el cuerpo humano”, dice Helena Safavi-Hemami, profesora adjunta de la Universidad de Utah en EE UU y profesora asociada de la Universidad de Copenhague y coautora del trabajo. “Siempre bloquea algo, y por eso, desde hace tiempo es una hormona interesante para el desarrollo de fármacos”, recalca.
Fue la investigadora Iris Bea Ramiro, de la Universidad de Copenhague, quien descubrió el nuevo péptido en uno de los ocho grupos de caracoles cono cazadores, el menos conocido, los conos Asprella. Ramiro se centró en el Conus rolani, el cono de Rolan, en busca de algún compuesto inusual en su toxina, y encontró uno.
El pequeño péptido del veneno hacía que los ratones actuaran con lentitud o no respondieran. Pero era de acción lenta, un efecto difícilmente esperable, ya que otros caracoles de cono producían venenos que actuaban casi inmediatamente. Desde ese primer momento observó que tenía algunas similitudes con la hormona somatostatina.
Los científicos determinaron que, de alguna manera, los caracoles cono toman algunas de estas hormonas y las convierten en armas. Por eso, el equipo de la Universidad de Utah ayudó a Ramiro a comparar el componente que había encontrado, al que llamaron Consomatin Ro1, con proteínas humanas conocidas.
Cómo actúa el nuevo compuesto
Frank Whitby, profesor asociado de investigación en el departamento de Bioquímica, utilizó la cristalografía de rayos X para determinar la estructura de la Consomatina Ro1. “Esta fue una contribución importante porque demostró que la Consomatina Ro1 no se parece a la somatostatina, sino a un fármaco análogo de la somatostatina llamado octreotida”, explica Christopher Hill, profesor de bioquímica.
Mientras tanto, el equipo de investigación también colaboró con los pescadores locales de Cebú, una isla cercana a Bohol, en Filipinas, para traer al laboratorio especímenes de Asprella con el fin de observar su comportamiento y aprender más sobre su bioquímica. La experta tardó un año en confirmar que el péptido que había aislado originalmente del C. rolan activaba dos de los cinco receptores humanos de la somatostatina “con una selectividad única”, dice.
Los caracoles cono probablemente empezaron a utilizar su propia somatostatina en el veneno y luego perfeccionaron el compuesto para obtener la máxima eficacia
Pero los científicos se hicieron una pregunta: ¿Cómo puede una hormona como la somatostatina funcionar como un arma venenosa, especialmente cuando actúa lentamente? Como análogo de la somatostatina, Consomatin Ro1 está estructurada con una molécula corta, estable y eficaz en los receptores a los que se dirige.
Para los investigadores esto refleja el propio proceso de evolución: los caracoles cono probablemente empezaron a utilizar su propia somatostatina en el veneno y luego, a través de generaciones de ensayo y error, perfeccionaron el compuesto para obtener la máxima eficacia.
Sin embargo, ahora los autores deben determinar si Consomatin Ro1 es más eficaz que los fármacos análogos a la somatostatina que ya se comercializan para tratar trastornos del crecimiento o tumores.
“La ventaja de los caracoles de cono es que hay muchas especies”, dice Safavi. “Y sabemos que muchas de estas especies fabrican somatostatina, así que las posibilidades de encontrar el mejor análogo podrían ser bastante altas”, concluye.