España, 11 de septiembre de 2022: Dos investigadoras de la Universidad de Granada han descubierto que la corrosión
electroquímica convierte espontáneamente al oro que decora las yeserías de la Alhambra en nanoesferas que le otorgan un color morado.
Un estudio de dos investigadoras de la Universidad de Granada (UGR) ha desvelado que la corrosión electroquímica produce el surgimiento de nanopartículas esféricas en las yeserías del palacio de la Alhambra, confiriéndoles un color púrpura en algunas partes. Los resultados del trabajo se han publicado en la revista Science Advances.
Carolina Cardell, del departamento de Mineralogía y Petrología de la UGR y primera autora del estudio, explica a SINC que observaron “una tonalidad púrpura desigual en la superficie de determinadas zonas de las yeserías y mocárabes de algunos palacios de la Alhambra, como los de Comares y de los Leones. Esto se daba siempre en áreas con restos de dorado muy alterado y en zonas semi expuestas a la intemperie y húmedas”.
El oro es químicamente inerte, de modo que puede tolerar la decoloración y la corrosión, pero sus aleaciones son menos resistentes. El caso de estudio es un buen ejemplo, ya que la aleación de oro y estaño que se utilizó para dorar la Alhambra cuando se construyó durante la Alta Edad Media es lo que ha propiciado la aparición del color morado, señalan las autoras.
- Corrosión electroquímica -
Mediante la observación con microscopios y análisis químicos en las yeserías, Cardell e Isabel Guerra, coautora del estudio, identificaron la manera en que un patrón anormal de corrosión corrompía la superficie dorada del complejo palaciego granadino.
Específicamente, los procesos corrosivos basados en la aireación electroquímica han interactuado con metales de oro y estaño unidos de forma imperfecta (con huecos o fisuras) a lo largo del tiempo en un entorno húmedo y rico en cloruro.
“La degradación de este dorado dio lugar con el tiempo a una estructura en sándwich, donde se produjo primero la corrosión galvánica de la hoja de estaño. Después, por imperfecciones en la lámina de oro que cubre dicha hoja, los productos corrosivos del estaño lograron depositarse encima de la lámina y empezaron a disolverse. Finalmente, el oro se precipitó en forma de nanopartículas”, explica Cardell.
Todo ello ha acabado por desencadenar el deterioro de las paredes de algunos palacios de la Alhambra, ya que la adhesión y el contacto entre diferentes metales dorados, además del ancho y la porosidad de las láminas, influyen en la estabilidad de las interacciones entre los materiales.
Además, “el tamaño de las nanoesferas es decisivo en el color resultante, que puede ser rojizo, azulado, purpura o marrón dependiendo de las resonancias plasmónicas superficiales localizadas” concreta la investigadora de la UGR. Este fenómeno está relacionado con la cantidad de luz que absorbe la superficie del oro y los colores que esta refleja. Así, conforme las nanoesferas aumentan su tamaño, la luz reflejada en estas cambiará y mostrará desde tonos rojos a morados o azul pálido si cuentan con un diámetro de 70 nanómetros.
- Más allá del emblema de Granada -
“La presencia de tonalidades moradas seguramente también se da en la superficie de otras obras de arte, pero pasa inadvertida por la falta de una superficie con una capa blanca que actúe como ‘papel revelador’. Eso sí sucede en las yeserías de la Alhambra, que fueron tapadas por yeso durante intervenciones del siglo XIX para ocultar la degradación del dorado”, comenta Cardell.
Si bien los hallazgos del experimento se centran en muestras del emblema de Granada, también podrían ayudar a mejorar los esfuerzos de conservación del patrimonio de otras obras de arte históricas que contengan aleaciones de oro.
“Es de esperar que estos resultados ayuden a los expertos en antiguos objetos dorados con la información relevante sobre los métodos de corrosión y los materiales de intervención, así como prevenir estos casos”, zanjan Cardell y Guerra.