Alemania, a 7 de noviembre de 2022: Las tecnologías de eliminación de carbono prometen ayudar combatir el
calentamiento global. Pero los inconvenientes pueden superar a las ventajas.
La reducción de emisiones de gases de efecto invernadero y el tránsito hacia fuentes renovables de energía no serán suficientes para alcanzar las metas trazadas para frenar el calentamiento global. Incluso si se consiguiera reducir a la mitad las emisiones hasta 2030, se requerirán tecnologías para eliminar CO2 del aire y los océanos.
Pero las nuevas tecnologías, como la bioenergía con captura y almacenamiento de carbono (BECCS,) presentan limitaciones y no se han probado a gran escala.
Este sistema consiste básicamente en quemar biomasa para generar energía, con la posterior captura de las emisiones de carbono resultantes. Estas se bombean a gran profundidad, almacenándose permanentemente en depósitos naturales.
Sus defensores señalan que los árboles y otras materias eliminan naturalmente el CO2 del aire. Si se plantan y procesan bosques y cultivos para ese fin, se podría capturar aún más carbono y acabar reduciendo su nivel en la atmósfera.
El CO2 también se puede extraer directamente del aire, utilizando filtros y productos químicos, para luego almacenarlo. Sin embargo, las instalaciones para realizar dicho proceso consumen más energía y también son bastante caras.
Los partidarios de la bioenergía con captura y almacenamiento de carbono sostienen que podría ayudar a descarbonizar las industrias cuyas emisiones serán difíciles de reducir, como la del cemento, la siderurgia, la aviación y el transporte marítimo.
-¿Una quimera?
Los críticos, sin embargo, han señalado que el sistema tiene muchos inconvenientes, entre ellos importantes costos sociales, económicos y medioambientales.
Según Fern, una ONG forestal europea, se trata de una "falsa promesa” y no se debe permitir "que nos distraiga de la urgente necesidad de dejar de quemar combustibles fósiles y de proteger y restaurar los bosques, los suelos y otros ecosistemas".
Para Fern, es una "tentadora quimera”, pero no una verdadera opción. "Toda la cadena del proceso requiere mucha energía, y se filtra tanto dióxido de carbono que, en algunos casos, ni siquiera podría lograr cero emisiones", indicó en un documento. Según esta ONG, la eficacia del sistema dependería de la elección de la biomasa, de los cambios en el uso de la tierra y de las emisiones indirectas relacionadas con el transporte, el cultivo y la cosecha de la biomasa,así como del propio proceso de captura y almacenamiento de CO2.
-Impacto en la producción de alimentos
La biomasa necesaria también tendría que salir de algún sitio. Los analistas consideran que el uso de la tierra necesaria para cultivar suficientes vegetales destinados a este proceso competiría con las tierras agrícolas necesarias para la alimentación.
Fern cita un estudio de 2015, publicado en la revista científica Nature Climate Change, según el cual, para mantener el calentamiento global por debajo de los 2 grados centígrados utilizando la tecnología BECCS, se necesitaría un área de entre una y dos veces el tamaño de la India para obtener suficiente biomasa. "Este enorme cambio en el uso de la tierra también podría causar un grave deterioro del suelo, lo que dificultaría el cultivo de alimentos, y tendría un impacto dramático en el agua y la biodiversidad".
"Apostar por tecnologías futuras como la BECCS para compensar más adelante la inadecuada reducción de emisiones de hoy, supone un riesgo importante para las generaciones futuras", afirmó Michael Norton, director del Programa de Medio Ambiente de EASAC (Consejo Asesor de las Academias Europeas de la Ciencia). Por eso, recomendó que estos proyectos se realicen a una escala limitada, utilizando materias primas locales, y que se considere la tecnología de eliminación de carbono como una estrategia de mitigación adicional, y no como parte integral del plan para combatir el cambio climático.