España, 17 de abril 2023—La investigadora Isabel Oller, que lleva años trabajando en el campo de la
descontaminación y regeneración de aguas residuales industriales y urbanas mediante procesos avanzados de oxidación, ha encontrado en los fotones un aliado para paliar la escasez de un recurso fundamental como el agua.
Oller es la responsable de la Unidad de Tratamientos Solares de Aguas de la Plataforma Solar de Almería (PSA), que a través de diferentes proyectos pretende, “sobre todo, aprovechar no el calor que da el sol, que evidentemente es importante para la eliminación de los microorganismos y patógenos, sino utilizar la energía de los fotones, que da la energía para promover las reacciones y romper, destruir, los contaminantes e incluso las membranas de los microorganismos”.
“Esta tecnología existe hace ya mucho tiempo, como el ozono o el ultravioleta. Son cosas que ya existían y no se han implantado porque la necesidad no ha existido o porque no se ha exigido hasta ahora (…) En estos momentos surge la necesidad de encontrar cual es la mejor tecnología para diferentes situaciones geográficas”, ha explicado en una entrevista con EFE.
“En el Líbano, como Túnez o el sureste de España, donde podemos tener espacio disponible y un recurso solar importante, un tratamiento solar abierto en un reactor abierto, barato, con reactivos que son oxidantes, pero que no son agresivos y en concentraciones muy pequeñas, obtenemos un resultado maravilloso y de hoy para mañana se puede instalar”, ha asegurado.
Además, ha recordado que la Comisión Europea ha promovido una nueva regulación de los parámetros básicos y de calidad que deben cumplir las aguas regeneradas para su uso en cultivos en vigor a partir del 23 de junio, lo que unido a la “escasez hídrica” ha provocado un mayor interés en estas tecnologías y en su aplicación. “Ya hay legislación y un problema que hay que afrontar”, subraya.
-¿CÓMO FUNCIONA?-
Oller distingue entre microorganismos o patógenos y los microcontaminantes como antibióticos, el paracetamol o la cafeína. “Los patógenos se eliminan más fácilmente y requieren menos energía y menos oxidante. Ahí la energía solar por sí misma, los fotones (…) rompen las membranas de los microorganismos”, indica.
En ese momento, el microorganismo ya está inactivado, de forma que “sale su material genético, está disponible, pero ya no hace daño (…) Su eliminación con radiación solar es tan fácil como que llega ese rayo y rompe la membrana del microorganismo, o los sistemas de protección de no tener membrana, y los deja inutilizados”, precisa.
Esta energía solar, sin embargo, no los mata, por lo que “podrían recuperarse de haber oscuridad”, por lo que se añaden oxidantes como el peróxido de hidrógeno, la popular agua oxigenada, que “lo que hace es ayudar a la energía de esos rayos para romperlos completamente y que no se puedan recuperar”.
En caso de los microcontaminantes como los antibióticos, la labor es más compleja al no existir una membrana que romper, pero hay una “estructura, una cadena que podemos ir destruyendo y sólo con los fotones no es suficiente sion que se necesita generar radicales, que son muy oxidantes, como el peróxido de hidrógeno”, revela.
Insiste en que estos agentes oxidantes no son tóxicos, “menos en las concentraciones” que se utilizan, y apostilla que también es posible utilizar hierro “en concentraciones muy pequeñas, como las que hay en el agua, y que catalizan la reacción del sol”.
-UN MÉTODO SEGURO-
“Soy consciente de que a la sociedad se le pone los pelos de punta cuando le dicen que el agua que se desecha y va a la depuradora puede volver para regar un cultivo o incluso para beberla. Bueno, pues las personas que beben agua de un río o de un embalse, toman agua que está mucho más contaminada”, aclara.
“La tecnología nos lleva a una calidad de agua que es todo lo estricta que queramos. Y ahora la legislación de la Comisión Europea nos obliga a ser muy estrictos tenemos que validar las tecnologías y hay un seguimiento muy importante. Eliminamos todos los microorganismos, todos los patógenos y contaminantes como los antibióticos que excretamos”, sostiene.
Así lo demuestran las pruebas realizadas en un invernadero experimental: “El agua regenerada no contiene ningún patógeno y los microcontaminantes que pueda contener, si llegan al fruto, que llevan pocos, al lavarlo se van la mayoría. Además, es imposible llegar a consumir a lo largo de toda la vida la cantidad de contaminantes” para que afectase a una persona, asegura la investigadora.