Madrid, 3 de mayo 2023—La gran demanda de mascotas, un fenómeno creciente año tras año en las familias
españolas, se ha convertido en una vía de escape para evitar la extinción de razas autóctonas de perros pastores, cuya existencia estaba amenazada debido al menor número de rebaños y a las nuevas formas de pastoreo.
Es el caso del “pastor vasco”, una raza oficialmente en peligro de extinción, que vivió una época dorada en la que era símbolo de los perros dedicados al pastoreo en Euskadi y ahora los escasos ejemplares que hay viven con familias a modo de animales de compañía.
Uno de los amantes de esta raza es Juan Antonio Maiza, quien se interesó por ellos en el año 2000 y se hizo con dos cachorros; incluso perteneció a un club y profundizó en este “pastor vasco” del que existen dos subespecies: “Iletsua” y “Gorbeiakoa o del Gorbea”.
Maiza explica a Efeagro que, aunque se considera en peligro de extinción, hay más ejemplares de los oficialmente registrados, pero están sin catalogar por un juez.
De ahí que una parte de su trabajo sea encontrar animales que se puedan ajustar a los estándares del “pastor vasco” y, en ese caso, someterlos al análisis de jueces especialistas para determinar si son o no de esta raza.
Para Maiza, su decadencia se ha producido de la mano de la decadencia del pastoreo porque a la menor actividad ganadera se suma el uso de pastores eléctricos que han suplantado la labor de este perro.
Por eso ahora su supervivencia pasa por ser mascotas y, como señala, de hecho es un animal “muy vivo y apegado al dueño”.
Más allá del País Vasco, se pueden encontrar ejemplares de esta raza en Madrid, Cataluña, Galicia e incluso fuera de nuestras fronteras, por la emigración de sus dueños.
El “perro leonés de pastor” pasa por una situación similar y su asociación oficial de criadores tiene censados unos 200 “puros”, según detalla su tesorero, Eusebio del Castillo.
Actualmente, hay ejemplares en las provincias de León, Zamora, Salamanca, Palencia y algunos en Extremadura, en este último caso de los ganaderos extremeños que en su día subían con las ovejas a los puertos castellanoleoneses para el pastoreo trashumante y, de vuelta, se llevaban algún perro de esta raza para guardar sus explotaciones.
Del Castillo coincide en que la ganadería va “a menos” y eso ha afectado a la supervivencia de esta raza con la que trabaja su asociación, empeñada ahora en trabajar con este animal, que “no es muy grande y es activo, inteligente y pendiente de su dueño”.
Desde la asociación llevan los ejemplares a muestras y exposiciones para darlos a conocer, con la intención de que “se ponga de moda”, no sólo ya como perro pastor, sino también como idóneo para buscar trufas, animal de compañía o entrenado en “agility”, una especie de ejercicios “fitness” que estimulan al perro y puede competir en concursos.
“Se trata de reinventar la utilidad del perro” en beneficio de su supervivencia, según remarca.
El “chira” es una raza de perro pastor de la región del Alto Aragón y también cuenta con una organización que vela por su subsistencia, ya que actualmente lucha por volver a sus años de mayor esplendor, allá por la primera mitad del siglo pasado, cuando la ganadería de pastoreo era habitual en la zona.
Ahora esa realidad ha cambiado y el “can de chira”, nombre que significa “perro que gira o voltea el rebaño”, pasa por momentos difíciles con unos 250 ejemplares puros registrados por la asociación, según su presidente, Rafael Alfranca.
La labor de la entidad es dar a conocer a este caniche de tamaño medio y ágil, que es inconfundible por sus dos típicas manchas claras (gris o blanco) y redondas sobre los ojos; además, aconsejan y guian a los dueños de “can de chira” que quieren cruzar la raza, para asegurar que se hace de forma correcta, precisa Alfranca.
Como en los otros casos, el “can de chira” ha ido abandonado sus labores de guarda de rebaños, aunque todavía hay zonas en las que sí se le ve ejerciendo de pastor, y ha ganado terreno su función como mascota o para la práctica del “agility”.
Actualmente, hay “can de chira” repartidos principalmente por Huesca y Zaragoza, además de en zonas de Teruel, Lérida, Gerona, Barcelona, Madrid, Segovia, Soria, Galicia, Asturias e incluso Inglaterra y Francia.
La supervivencia del perro pastor autóctono de distintas zonas de España pende del buen hacer de estas asociaciones, el ánimo de los ganaderos y las familias, y de los amantes de los perros para decantarse por uno de ellos y poner su granito de arena en defensa de estas especies en peligro.