Vivimos inmersos en una serie de actividades de la sociedad a lo que llamamos civilización. En todo éste desarrollo vamos perdiendo el contacto con la naturaleza, si como seres humanos tenemos la necesidad de pertenencia y la búsqueda de ésta nos lleva a relacionarnos con personas ajenas pero que aceptamos solo por el deseo de pertenecer a un club, una sociedad, un grupo o una familia, olvidamos que todos y cada uno de nosotros ya pertenecemos a algo mucho más grande que es el Universo, todos somos parte de él y debemos preocupamos por entender cómo éste Universo ha evolucionado desde un campo energético que se convirtió en materia y ésta materia se unió para formar núcleos atómicos, átomos, estrellas, galaxias y estas estrellas se transformaron en elementos más complejos que la Naturaleza necesita para formar planetas, mares, continentes, bacterias, plantas, animales, flores y a nosotros los humanos.
Nuestro cerebro tiene la capacidad de recibir la información del exterior que nuestros sentidos detectan, almacenarlos y analizarlos, hacer comparaciones y tomar decisiones. Incluso en la parte más profunda de nuestro cerebro, el cerebelo, cuenta con la información almacenada durante milenios que nos hace actuar de manera instintiva ante cierto tipo de eventos como es el de retirar nuestro cuerpo ante el dolor, o el de generar adrenalina cuando estamos alertas ante cualquier peligro, rechazar los alimentos con mal olor o mal aspecto, etc. Al mismo tiempo, y esto no lo he leído, simplemente lo deduzco, estamos programados para relajarnos y sentirnos confortantes ante estímulos específicos como sería un atardecer, la luz de una fogata, el sonido y movimientos continuos de las olas del mar, el olor y los colores de las flores, la tranquilidad que evoca un bosque y los ruidos de la naturaleza.
Es curioso y a la vez sorprendente saber que todos y cada uno de los estímulos que percibimos en la naturaleza que nos rodea son generados directamente principalmente, y a veces indirectamente, de la energía que genera el Sol cada segundo y que emite en todas direcciones, energía de la cual solo recibimos una fracción a esta distancia de 150 millones de kilómetros. Si
tomamos consciencia que toda la energía que nos permite activar nuestros sentidos, respirar, pensar, razonar, mantenernos en pie, caminar para desplazarnos, levantar objetos, correr, nadar, brincar, etc. Toda esta energía la obtenemos de los alimentos que ingerimos, ya sean de origen vegetal o animal, toda la energía viene de la energía que las plantas produjeron a través de la fotosíntesis solo con agua, nutrientes de la tierra y el Sol, escucharíamos que nuestros instintos nos dictan que conservemos la naturaleza, apreciaríamos la fragilidad del medio que nos rodea y lo vulnerables que somos ante sus cambios que la misma humanidad está provocando, deberíamos comportarnos como los miembros que somos de este grupo más grande que es el Cosmos.
@SergioUniverso