Los vientos que están barriendo el océano Antártico son los más fuertes del último milenio, alimentados por el cambio climático y la tasa creciente de dióxido de carbono en la atmósfera, revelaron científicos este lunes.
Los vientos del océano Antártico, que aterrorizaron a generaciones de marineros, son “mas fuertes hoy que nunca en los últimos mil años”, señala el estudio de la Australian National University (ANU).
“El fortalecimiento de estos vientos fue particularmente claro durante los últimos 70 años, y combinando nuestras observaciones con los modelos climáticos, podemos vincular claramente el fenómeno al aumento de los gases de efecto invernadero”, señala Nerilie Abram, coautora del estudio publicado en la revista Nature Climate Change.
Los vientos del oeste, que evitan las costas orientales de la Antártida rodeándola, llevan más aire frío a medida que se intensifican, privando a Australia -una isla continente enfrentada a una subida constante de las temperaturas, con las consiguientes sequías e incendios- de preciosas lluvias.
“La Antártida desafía la tendencia. Todos los continentes se calientan y el Ártico es el que lo hace más rápidamente”, se alarma la científica.
Para llegar a sus conclusiones, los investigadores extrajeron muestras de hielo en la Antártida, analizaron los anillos de crecimiento de árboles en Sudamérica y la evolución de aguas lacustres en ese continente.
Los datos fueron tratados por el superordenador Raijin de la ANU.
La evolución climática es, sin embargo, contrastada en la Antártida, fruto de la influencia compleja entre los vientos y las corrientes.
Mientras el centro de la Antártida sigue siendo frío, los vientos del oeste calientan la península a un ritmo preocupante, transformando el ecosistema local con, por ejemplo, una fuerte disminución de las poblaciones de pingüinos Adelia.
La actividad humana es esencialmente responsable de estos cambios, explica Steven Phipps, de la Universidad de Nueva Gales del Sur.
A partir de los años 1970, la situación se vio agravada por el ensanchamiento del agujero de la capa de ozono debido a los clorofluocarburos (CFC) utilizados en la industria.
“Incluso en la hipótesis de un escenario [de impacto climático] medio, la tendencia continuará en el siglo XXI”, advierte Steven Phipps.