Actualmente se conocen varios tipos de contaminantes que afectan la vida de quienes se desarrollan en las grandes urbes. Uno de los más dañinos y menos atendido es el ruido, considerado como un contaminante acústico o auditivo que se caracteriza por ser un sonido excesivo, ocasionado por la actividad del hombre, háblese del que produce el tráfico vehicular, construcción de edificios o la industria, por ejemplo. Además, es aquel sonido que no es agradable, que es molesto para el oído de la gente y que afecta el
bienestar y la salud física y mental de toda una población de forma negativa.
La contaminación, es una transformación dañina del estado natural de un medio, que surge como consecuencia de la introducción de agentes ajenos a ese entorno. En este caso, el sonido, pertenece a los contaminantes de energía donde también se encuentra la luz y el calor.
La primera expresión que se tuvo en el mundo sobre las consecuencias que tiene el ruido, fue dada en 1972, cuando la Organización Mundial de la Salud (OMS) lo señalo como un tipo de contaminación.
En un apartado la OMS y el Programa de Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA) señalaron que en las ciudades en donde habitan más de 10 millones de personas, el ruido que se genera es superior a lo que recomienda la OMS, 70 decibelios es el límite superior deseable, sin embargo, en Europa el nivel de confort acústico llega hasta los 55 decibelios (db). Cabe decir, que el sonido se mide a través de un sonómetro que traduce sus niveles en decibelios y que superando los números permitidos se convierten en ruido.
Los sonidos son parte de la comunicación y unen a la persona con su entorno pero para tener una idea de lo que miden los sonido que llegan a los oídos de las personas y saber porque algunos son perjudiciales, tenemos que los niveles máximos que se permiten en los Hospitales es de 25 db; 45 db en oficinas y despachos públicos; 40 db en cines, salas de conferencias y teatros; 40 db en escuelas y hoteles; 30 db en museos y bibliotecas y; 55 db en restaurantes, almacenes y bares.
El trinar de los pájaros emite 10 db; una plática amena llega a los 50 db; el sonido de las hojas de los arboles es de 20db; un umbral de dolor llega a los 140 db; motocicletas sin silenciador 115 db; el trafico 85 db; el claxon de un auto 90 db y; el ambiente de una oficina 70 db.
Los daños que genera la contaminación acústica van desde el insomnio y la pérdida de la audición hasta trastornos psicológicos. Altera el sueño, provoca estrés, irritabilidad, falta de concentración y perjudica la etapa de embarazo, y esto, debido a la cotidianidad en la que se vive, son daños que pasan desapercibidos.