Hace 57 años comenzó la era espacial con el lanzamiento, sorpresivo para los norteamericanos, del primer satélite artificial por la ex Unión Soviética, en octubre de 1957. No tardaron los estadounidenses en lazar su propio satélite, el Explorer One, en enero del siguiente año. En 1961, los soviéticos enviaban al primer hombre al espacio y así comenzó la carrera espacial cuyo destino era llegar a la luna primero. La historia es ya conocida, en julio de 1969, Neil Armstrong, en la Apollo 11, llegaba ¡y regresaba de la luna!, sano y salvo. Sólo habían transcurrido 12 años desde aquel primer satélite comunista, Sputnik. En aquel entonces, la población mundial apenas superaba las tres mil millones de personas, menos de la mitad de la población actual, y en la mente de los que vivimos ese momento, el futuro parecía cerca. Me refiero a ese futuro que nos pintan las películas con autos voladores y viajes espaciales. La película “2001 Odisea en el espacio”, que se estrenaba antes de la llegada a la luna, mostraba escenas muy realistas de lo que sería una estación espacial con vuelos comerciales; la luna era explotada por sus riquezas de minerales y la línea aérea espacial era Pan Am, una compañía norteamericana con vuelos alrededor del mundo y que ahora ya no existe —ya no existía en el 2001.
La realidad es otra. Nos dimos cuenta de que la carrera espacial en realidad era una cuestión política, continuación natural de la guerra fría. Los costos habían sido enormes y aunque hubiéramos imaginado, en aquel entonces, que para el siglo XXI estaríamos colonizando Marte y más allá, la verdad es que, después de la Unión Soviética, el enemigo fue Vietnam, una batalla que Estados Unidos peleó contra el comunismo y que no pudo ganar. El costo político fue tan alto como el económico y la exploración espacial dejó de ser una cuestión prioritaria.
Aun así, ésta continuó. Para la década de los setenta, se enviaron naves que visitaron todos los planetas, excepto Plutón —que dejó de ser considerado planeta en 2006, para entrar en una nueva categoría de planeta enano—. Siguió en la década de los ochenta, con el uso del transbordador espacial, una nave que podía ser lanzada como cohete, viajar en el espacio como nave espacial, y regresar a la tierra como avión. Además, tenía un compartimiento de carga con el que se enviaron muchos satélites artificiales, entre ellos los primeros dos satélites mexicanos, Morelos I y Morelos II, y también podía llevar hasta siete tripulantes. El futuro parecía acercarse nuevamente.
La explosión de un transbordador espacial al despegar y la desintegración de otro al aterrizar, hizo darnos cuenta de que estos viajes seguían siendo de experimentación y estaban muy lejos de hacerse vuelos comerciales. Sin embargo, sirvió para llevar al espacio la mayor parte de los elementos que actualmente conforman la Estación Espacial Internacional, proyecto multinacional que est en operación desde el año 2000. El transbordador ya ha dejado de operar y ahora los astronautas van y vienen de la estación espacial con las naves Soyus de Rusia.
@SergioUniverso