Estudiantes de maestría y doctorado en la Unidad Mixta Internacional (UMI) Laboratorio Franco Mexicano de Informática y Control Automático (LAFMIA), ubicado en el Centro de Investigación y Estudios Avanzados (Cinvestav) del IPN, en Zacatenco, desarrollaron un prototipo de exoesqueletos.
Exoesqueleto es una palabra compuesta de origen griego y da vida a los sistemas robóticos vestibles, que mejoran las capacidades de las personas, ya sea en resistencia, fuerza o velocidad, muchos de estos dispositivos se encuentran en etapa de desarrollo y otros ya han comenzado su comercialización masiva en el mundo.
El encargado del área de exoesqueletos en la Unidad Mixta Internacional (UMI) Laboratorio Franco Mexicano de Informática (LAFMIA) y Control Automático del Cinvestav, Jesús Ricardo López Gutiérrez, explicó que contrario al esqueleto humano, que soporta al cuerpo desde el interior, un exoesqueleto lo hace por fuera.
Abundó que están hechos a base de diferentes materiales ligeros, moldeables, que dan al usuario seguridad y movimiento y para que funcionen de manera autónoma, para ello es necesaria la intervención de la electrónica, en combinación con distintos motores y algoritmos computacionales.
- esqueletos externos tienen tres funciones principales: 1) Se utilizan en la industria para cargar objetos pesados; 2) en medicina de rehabilitación y, 3) en la milicia para cargar mochilas con armamento pesado y reducir el esfuerzo del soldado”.
También están enfocados para ancianos con poca fuerza que por alguna lesión la perdieron, al tiempo que, buscan incorporar a la gente con enfermedades o discapacidad.
López Gutiérrez detalló que los alumnos realizan sus estructuras externas con diferentes materiales como el nylamid, que es ligero y moldeable y el aluminio. “Algunos llegan a pesar mucho, algunos tratamos de que sean más ligeros, un exoesqueleto de piernas llega a pesar seis a siete kilos. Si tratamos de que sea de carga y que va montado sobre el cuerpo, tratamos de que sea más ligero, llegan a pesar tres kilos”, agregó.
Para dirigir los cuerpos de nylamid y aluminio, los científicos utilizan un microcontrolador, en el cual programan los diferentes algoritmos para que las estructuras realicen la función deseada.
La intención humana, es la parte complicada de un exoesqueleto. “El humano debe decirle al exoesqueleto como quiere moverse, hacia donde, se hace por medio de sensores de fuerza o electromiográficos, una ley de control lo toma, lo analiza y manda una salida a los actuadores, que son los motores o los músculos neumáticos”, expresó.
Los exoesqueletos llegan a costar 90 mil pesos o más, sin embargo, en el UMI-LAFMIA tratan de que tengan un precio de 40 mil pesos