Un novedoso disipador sísmico, hecho totalmente en la UNAM, es útil para proteger la estructura de los edificios ante la eventualidad de un temblor.
Para enfrentar con este fenómeno natural en un país eminentemente sísmico, Héctor Guerrero Bobadilla, profesor de la Facultad de Ingeniería y doctor en ingeniería de estructuras, ha desarrollado una propuesta que incluye un método teórico para calcular diversos efectos de un sismo sobre un edificio, así como la elaboración de prototipos de disipadores propios, probados experimentalmente en la mesa vibradora de la FI para aminorar los daños en la estructura.
Con un centro de acero y forradas por concreto que se ensancha en las orillas, esta especie de barras metálicas se colocan en cada piso del edificio, dependiendo de su tamaño, y logran captar gran parte de la energía que produce el movimiento telúrico.
“El dispositivo capta la fuerza del temblor, deformándose y evitando que la estructura reciba todo el impacto, con lo que se reducen los daños”, explicó Guerrero, quien dedicó su tesis de doctorado (en Mánchester, Inglaterra) a este proyecto.
Los disipadores de la Facultad de Ingeniería tienen la ventaja de ser económicos, porque usan materiales convencionales, pero también son muy competitivos con los importados.
“Los que hicimos en la UNAM son para construcciones de tamaño mediano, no tan altas, y funcionan bien. Pensamos en protegerlos con una patente, pero eso encarecería los costos, y los queremos aplicar en zonas marginadas del país”, resaltó.