En su recuento de las noticias científicas más destacadas de 2019, la revista británica Nature incluyó el caso de los
primeros bebés genéticamente modificados en la historia de la humanidad y el debate ético que el hecho generó.
Fue en noviembre pasado que el científico chino He Jiankui anunció que había modificado la información genética de dos embriones mediante la técnica CRISPR para supuestamente hacerlos más resistentes al virus del Sida; estos dos embriones fueron implantados en el útero de la madre y el resultado fue el nacimiento de las gemelas Lulu y Nana.
En enero, cuando se publicaron los resultados preliminares de sus investigaciones, He Jiankui fue despedido de la Universidad de Ciencia y Tecnología del Sur en Shenzhen y dos meses después, un comité asesor de la Organización Mundial de la Salud (OMS) pidió crear un registro global de estudios de edición de genes humanos y se opuso al uso clínico de la edición de genes heredables en las personas.
En junio, el biólogo molecular ruso Denis Rebrikov manifestó su interés de implantar embriones editados genéticamente en mujeres y, más tarde, de reparar una mutación relacionada con la sordera, sin embargo, dijo que esperará a que las autoridades reguladoras rusas otorguen los permisos necesarios.
Mientras tanto, las investigaciones en el tema avanzan. En octubre, un equipo dirigido por el bioquímico David Liu, del Broad Institute del MIT and Harvard en Massachusetts, presentó un método llamado edición preferente, que podría ser más preciso que el CRISPR.
En su recuento de 2019, Nature destacó el caso de una persona con VIH que en marzo fue declarada libre del virus después de que un trasplante de células madre intercambió sus glóbulos blancos con versiones resistentes al VIH; se trata –precisó– del segundo paciente que ha sido tratado exitosamente con este método después de que Timothy Ray Brown fuera declarado libre de VIH y leucemia en 2009.
La revista británica señaló que, en septiembre, científicos japoneses usaron células madre pluripotentes inducidas –células adultas que se reprograman a un estado similar al embrionario– para hacer láminas de células corneales que podrían trasplantarse y que obtuvieron la aprobación para emplearlas como terapia para la lesión de la médula espinal.
El experimento mediante el cual investigadores estadounidenses cortaron la cabeza a un grupo de cerdos y revivieron sus cerebros cuatro horas después mediante el bombeo de un líquido rico en nutrientes y oxígeno para imitar la sangre, fue incluido en el listado de Nature, ya que “el truco desencadenó el consumo de azúcar y otras funciones metabólicas, lo que sugiere que los cerebros todavía estaban funcionando”.