La revolución tecnológica de las últimas décadas, con la generalización del uso de internet, ha tenido sin duda muchos beneficios en nuestra vida, pero también ha
abierto un nuevo espacio para cometer acciones fraudulentas que nos pueden afectar si no tomamos precauciones. Y no solo tienen consecuencias en los individuos, sino que numerosas compañías han recibido todo tipo de ciberataques en los últimos años. Es por esto que para las empresas es tan importante prestar atención a su ciberseguridad, aspecto que ha evolucionado al mismo ritmo que lo hacía la tecnología. A continuación, te explicamos cómo ha sucedido esa evolución, desde los primeros virus informáticos hasta la actualidad.
Los primeros malwares
En los años 80 comenzó la popularidad de los ordenadores personales, lo que llevó a que se desarrollaran las primeras herramientas para realizar ciberataques. Se crearon entonces unos primeros malwares que mostraban capacidad de réplica a través de disquetes y CDs, puesto que la extensión de internet aún era muy limitada. El impacto de estos virus llevó a la creación de los primeros antivirus, como productos comerciales que pretendía limitar el impacto de los ataques maliciosos.
La llegada de internet
La década de los 90 trajo consigo internet, que empezó a ser usada por empresas y usuarios, y con ello surgió una segunda generación de ciberataques. En un mundo interconectado, los hackers se especializaron en el robo de dinero, con técnicas que sentaron las bases de las que utilizan en la actualidad. Como respuesta se desarrollaron los firewalls.
Sin embargo, el uso que se hacía de internet en esta época reflejaba la inexistente concienciación de la sociedad acerca de la información de los usuarios. Los datos se almacenaban con escasas medidas de seguridad, tanto en formato físico como digital.
Detección de vulnerabilidades
A partir del 2000 se inició una tercera oleada de ciberamenazas, cuando numerosos hackers comenzaron a conocer y explotar las vulnerabilidades de diferentes sistemas operativos, hardware y software. Los firewalls y los antivirus se utilizaron en combinación para proteger de los ciberataques a los sistemas, y con ello se asentaron las bases de la ciberseguridad empresarial actual.
Los ataques, en cambio, evolucionaban a un ritmo más rápido que estas barreras de seguridad, constituyéndose cada vez como más sofisticados y con más impacto. Los ataques se dirigían a las herramientas de protección de la información y los fraudes online se extienden.
La era de la sofisticación
Desde 2010, en pleno auge de las redes sociales, la sofisticación de los ciberataques alcanzó niveles sin precedentes. Los ataques, orquestados a menudo por organizaciones profesionales, se hicieron difíciles de detectar, puesto que podía haber malware oculto en todo tipo de archivos o en información falsa de tipo comercial. Así, la seguridad que se basaba en la detección precoz dejó de ser eficaz, y la solución que se halló fue la creación de tecnología avanzada que permitieran bloquear las posibles amenazas antes de que estas actuaran.
También en esta época se da prioridad en las corporaciones a la concienciación de los empleados sobre el tratamiento de la información, y se ejerce un control sobre los datos para evitar que se den fugas. Tanto los usuarios como las empresas utilizan herramientas para el cifrado de la información, y se promulgan las primeras leyes que protegen las infraestructuras informáticas.
Filtración de la industria militar
A principios de 2017 aparecieron herramientas filtradas desde la industria militar. Se trataba de malware que produjo ataques de gran magnitud que afectaron a muchas empresas. Destacaron NotPetya, que provocó pérdidas por valor de 300 millones de dólares, y WannaCry, que llegó a afectar a más de 300.000 ordenador de 150 países.
En los últimos años hemos visto, además, como el manejo de información en la nube y todo tipo de electrodomésticos con acceso a internet se han generalizado, ampliando los riesgos. Ante esto, se están estudiando las posibilidades de la Inteligencia Artificial para anticiparse a las amenazas.