Desde el comienzo de los días de la energía comercial, los fabricantes dieron uso al amianto en diversos elementos de los tableros eléctricos.
El suplemento tóxico al mismo tiempo que resguardaba la seguridad de los propietarios de incendios y descargas eléctricas, expuso a especialistas y otros empleados a altos riesgos de salud.
La energía para una construcción se obtiene y se destina por medio de un equipo llamado tablero eléctrico o tablero de distribución, en donde la potencia eléctrica que fluye a través del mismo, genera temperatura y de no conectarse a tierra de manera correcta, podría ocasionar un arco e inducir un incendio o lesiones por electroshock.
A inicios de la década del 1900, en el momento en que la energía comenzó a ser popular en EE.UU, el sector empleó materiales que pudiesen asegurar que los circuitos de abastecimiento y distribución eléctrica fueran menos peligrosos.Y el amianto pasó a ser la mejor alternativa, debido a su resistencia al calor y la energía, el costo reducido, y la practicidad que proporcionaba a los diseñadores poder combinarlo con plástico, papel, cartón, cemento y tela.
Pese a que en los años 30 y 40, los directivos ya eran conscientes de los efectos nocivos que causa la inhalación de asbesto, el nexo ante la exposición del polvo de amianto y afecciones, como la asbestosis, una enfermedad pulmonar crónica, y la mesotelioma, una afección cancerosa, no se dio a conocer sino hasta décadas más tarde.
Lo elementos del tablero eléctrico diseñados con amianto integran; Blindaje eléctrico de fibrocemento, panel de amianto ebonizado, papel eléctrico de amianto, aislamiento de alambre de amianto, cubierta de cable de amianto y bases de fibrocemento moldeadas.
En los sectores que elaboraban estos elementos para los tableros eléctricos, los obreros debían incorporar fibras de asbesto en crudo al alquitrán, cartón y cemento entre otros materiales, produciendo grandes cantidades de partículas nocivas en el aire.
Las proporciones de asbesto en las combinaciones eran diversas. Los productos finalizados simbolizaban un potencial riesgo para los obreros en las construcciones, especialistas en las instalaciones, y propietarios del lugar, como así también los equipos de demolición, en vista que, al perforar, rasgar o destruir tableros eléctricos podría emanar partículas de amianto. El sencillo motivo de sustituir un fusible quemado en un circuito de abastecimiento eléctrico de antaño, podría exponer a los obreros en contacto con materiales de amianto que se deshacen.
Puesto que carecen de olor, pueden contaminar sencillamente la vestimenta y alojarse en los bronquios de las personas permanentemente, ocasionando afecciones celulares con el transcurso del tiempo.
Las tradicionales medidas preventivas de amianto, requerían de humedecer las zonas de riesgo, con el fin de impedir que las moléculas se diseminan en el ambiente. No obstante, al trabajar con alta tensión, no es una alternativa viable. Es por ello, que para evitar poner en riesgo a los trabajadores, el personal debe emplear un procedimiento en seco con flujo de aire de moléculas de alta eficacia - HEPA - , la cual para llevar a cabo precisan de una autorización de la Agencia de Protección Ambiental.