Gracias a los llamados foquitos LED, por sus siglas en inglés, o mejor dicho, diodo emisor de luz, hoy podemos decir que vamos avanzando en cuanto el ahorro de energía. Además, cada día están tomando mayor importancia entre el gusto de la gente porque se distinguen por no tener casi peso, permitir observar los colores más vivos, no ser peligrosos, no contener mercurio o tóxicos, porque es muy difícil que se rompan, son muy durables y, lo mejor, porque una cadena de 70 LEDs sólo utiliza cuatro vatios de electricidad. O sea que el pago de luz se reduce muchísimo en los recibos de pago, hasta un 90% menos de dinero.
Las LED son componentes electrónicos que no tienen partes móviles ni de vidrio, emplean un chip protegido por una capsula de epoxi de alta resistencia y son muy compactos.
Existen registros de que, en 1927, se desarrollo la primera luz LED. Sin embargo, fue hasta 1962 que comenzó a ser utilizada en la industria. En aquel entonces, sólo se permitían las verdes, amarillas y rojas de baja intensidad, pero a finales del siglo XX se dieron a conocer los LEDs ultravioleta y azules, lo que abrió el camino para el color blanco. Cabe decir que el blanco no existe, es más bien la unión de la luz del LED azul y el color amarillo que tiene el recubrimiento de fósforo, ambos dan un color blanquecino de alta luminosidad llamado luz de luna.
Los LEDs se pueden utilizar en autos, aviones, pantallas, señales de tránsito y habitaciones, entre otros.
Cierto es que, al momento de comprarlos, representan para el bolsillo un “piquito” más que las luces comunes, pero vale la pena pensar que la inversión de inicio bajara los costos en el futuro.
El punto más importante de su uso es en la reducción de energía, hay cifras que señalan que gastan de un 50 a un 90% menos de electricidad que los focos convencionales. Además, con la durabilidad que tienen, se puede ahorrar el cambio de hasta 25 focos tradicionales.
Datos de un informe del Instituto Rensselaer señalan que, si en el planeta se cambiaran los focos incandescentes por LEDs, en 10 años se ahorría 1.93 billones de dólares, se reduciría el consumo de carbón hasta en 153 millones de kilolitros, no serían necesarias 230 plantas nucleares, y bajaría unas 10 millones de toneladas las emisiones de dióxido de carbono a la atmósfera.