A las 07:02 horas del 21 de agosto, el cantante y acordeonista regiomontano Celso
Piña, escribió lo que sería su último mensaje en redes sociales, en el que invitaba a todos sus fans a la Feria Cadereyta en Querétaro.
“Los espero el 5 de septiembre. Feliz Miércoles”, fue el texto que acompañó al cartel de dicho evento. Enseguida el video “Cumbia sobre el río suena (en vivo feat. Pato Machete)” porque “No hay quien se resista a la cumbia”, escribió el compositor.
Ambos se convertirían en los últimos tweets del músico mexicano, ya que horas después fue ingresado de emergencia al hospital San Vicente de Monterrey, a consecuencia de un infarto. Instantes después, a las 12:38 horas murió, de acuerdo con su oficina de prensa.
El también arreglista, quien en sus entrevistas se mostraba orgulloso de ser pionero en fusionar el ritmo de la cumbia colombiana con géneros que iban desde el norteño, reggae, hip hop, rap y hasta sonidero, tenía 66 años.
Celso Piña nació el 6 de abril de 1953 en la colonia Independencia, ubicada en la zona del Cerro de la Loma Larga en Monterrey.
De joven trabajó como tortillero, tapicero, en una fundidora, donde hacía imágenes religiosas y hasta en un hospital. Nunca tomó clases de música, pero siempre estuvo atraído por los ritmos colombianos y en 1980 tuvo su primer acordeón.
De manera autodidacta y tras muchas horas de práctica logró convertirse en “El rebelde del acordeón”. En sus inicios, Piña tocaba música regional acompañado de sus hermanos Eduardo, Rubén y Enrique, después se inclinó por el tropical y más adelante por la cumbia.
En entrevista con Notimex, Celso confesó que formó parte de tres agrupaciones y fue en estas en las que consiguió la experiencia necesaria para formar su propio grupo.
Fue en 1996 que la gente lo volteó a ver con Dile, álbum del que se desprendieron éxitos como María Salomé, Pensando y Fantasía de acordeón, que lo llevaron a recorrer gran parte de la República.
Sin embargo, aún no lograba el éxito internacional, su mezcla de géneros (norteño, sonidero, ska, reggae, rap, hip-hop, R&B, con la cumbia como base), no lograba convencer a los empresarios, por lo que no tenía espacios, ni promoción ni difusión en radiodifusoras.
Asimismo, el público mexicano desconocía la cumbia colombiana y el vallenato. Él no desistió. Sus sacrificios y terquedad le permitieron llevar su propuesta musical por el mundo: Europa, Estados Unidos y Sudamérica conocieron su acordeón. También se presentó en Marruecos y China.
Fue esa fusión de sonidos la que lo llevó a presentarse en variedad de festivales, desde el Cervantino hasta el Vive Latino, porque al final, como él mismo decía, “no hay quien se resista a la cumbia”, prueba de ello es que hasta el escritor colombiano Gabriel García Márquez bailó al ritmo de su acordeón.
Su versatilidad lo llevó también a compartir escenario con grandes exponentes del rock y pop como Gloria Trevi, Lila Downs, Julieta Venegas, Natalia Lafourcade, Control Machete, Benny Ibarra, Alex Lora, Ely Guerra, Café Tacvba, por mencionar algunos.
En 2007, irrumpió en el cine en Cumbia Callera del cineasta mexicano René Villarreal.
Su discografía, conformada por más de una veintena de discos, se cierra con “Música es música” (CD +DVD) con la Orquesta de Baja California, publicado en 2017.
Con más de tres décadas de trayectoria, “El cacique de la campana”, como también se le conoció, seguirá siendo considerado como uno de los mejores músicos de México, Latinoamérica y Estados Unidos.