Nacido en la localidad francesa de Fismes, Uderzo creaba en
1959 a este entrañable personaje junto al guionista René Goscinny. De padres italianos, el francés empezó a dibujar tras la Segunda Guerra Mundial, algunos episodios de Capitán Marvel incluidos, pero fue al conocer al guionista cuando su vida cambió.
Ni ellos mismos eran conscientes de que de esa dupla y de su pequeño protagonista nacerían los cómics y las películas que han conseguido seguir de actualidad 60 años después de su creación.
Las primeras viñetas nacieron dentro de la revista Pilote, en medio de sus páginas, pero en tan solo dos años Astérix paso a tener su propio formato, algo que sus creadores ni siquiera imaginaban cuando sobrevivían gracias a las enormes croquetas que la madre de Uderzo les preparaba. Los dos publicaron 24 álbumes juntos, hasta la muerte de Goscinny.
El dibujante siguió adelante en solitario alegando que el personaje pertenecía a los lectores y que no iba a ser él quien les privara de sus aventuras, a pesar de haber pactado que Ásterix no sobreviviría a ninguno de ellos. Si que reconoció, años después ,que sus guiones nunca volverían a ser tan buenos como los de su compañeros
Astérix relata la historia de un pequeño pueblo de Europa, el único que se resiste a la conquista de Julio César, en un momento en el que Roma conquistaba todo lo que estuviera a su paso. Esta aldea era la resistencia, una resistencia en la que tiene mucho que ver una pócima mágica preparada por el druida Panorámix y que hace que todo aquel que se la tome sea más fuerte.
¿El protagonista de la historia? Un hombrecillo bajito y delgado pero astuto, un antihéroe resistente que se alejaba de los cánones de héroes altos y fuertes y cuyo nombre tenían claro que empezaría por A para que estuviera colocado el primero en las estanterías. Un hombrecillo que se ha convertido en un icono, nos ha hecho reír, conocer la historia y ha llegado a todos los públicos en sus más de 350 millones de álbumes vendidos en 111 lenguas diferentes, a cuyo padre despedimos hoy.
Gracias, Uderzo, están locos estos romanos, casi tanto como este mundo...