Ciudad de México 27 de agosto 2020, - La serie de la televisión pública de ocho episodios “La ruta de la trata” cuenta las historias de sobrevivientes, la mayoría mantenidos en anonimato, e investiga cuál es el origen y el motor de la explotación laboral y sexual.
“(La trata de personas) está ahí y no lo vemos”, expresó el codirector y productor Héctor Ortega. “Ese proceso está a la luz del día y se nos esconde a lo mejor precisamente por eso, por ser tan evidente “.
La Comisión Nacional de los Derechos Humanos (CNDH) ha indicado que podría haber entre 50.000 y 500.000 víctimas de trata en México, desde explotación sexual hasta trabajo forzoso, pero los académicos dicen que el número real es difícil de precisar debido a la falta de datos concretos.
La trata de personas asume distintas formas en México, desde niñas forzadas a prostituirse hasta trabajadoras domésticas en condiciones de esclavitud y hombres jóvenes coaccionados para trabajar para los cárteles de la droga.
Los creadores del programa explicaron que decidieron no incluir la trata llevada a cabo por grupos del crimen organizado porque pensaron que era demasiado riesgoso para ellos mismos, para los sobrevivientes y para los especialistas.
La codirectora y productora Marilú Rasso expresó su deseo de que la audiencia reflexione sobre cómo y por qué se producen los casos de trata de personas, en lugar de solo centrarse en la naturaleza del abuso.
“La precarización de la vida de las personas hace posible la explotación y la trata de personas, pensar que hay… personas que de alguna manera valen menos o que están ahí solamente para producir” dijo Rasso, quien tiene a su cargo un refugio para mujeres víctimas de violencia, a la Fundación Thomson Reuters
En un episodio del programa, que se emitió por primera vez el mes pasado y continúa hasta septiembre, los activistas explican cómo los trabajadores de la agricultura migran de las partes más pobres de México mediante un sistema turbio de intermediarios y reciben malos tratos, amenazas y se les paga mal.
Rasso y Ortega relataron que ya conocían las terribles condiciones que sufrían muchos trabajadores rurales, pero que se sorprendieron por su gravedad después de entrevistar a algunas víctimas.
“Hay que poner un reflector muy grande para darnos cuenta que eso que estamos tan acostumbrados a vivir es violencia y que permite algo tan duro, tan cruel como la trata de personas”, comentó Rasso.
Ambos expresaron que las oportunidades de financiamiento de documentales impactantes como este son escasas en México, pero que lograron obtener financiamiento público después de ser rechazados por las grandes emisoras.
Desde Bollywood a Hollywood, los retratos cinematográficos o televisivos de la trata de personas son criticados con frecuencia por simplificar el problema en exceso o de tratarlo desde el sensacionalismo, e informar de manera errónea a los espectadores sobre un comercio que se estima tiene unos 25 millones de víctimas en todo el mundo.
Por otro lado, Yuriria Álvarez, exdirectora del programa contra la trata de personas de la CNDH y asesora de los documentalistas, aseguró que a través de las voces de las víctimas, el trabajo de Rasso y Ortega mostró el rol que cumplen la discriminación, el patriarcado y otras estructuras sociales.
“A diferencia de otros proyectos que comúnmente lo que solo te sacan es esta parte super victimizada o estos mitos sobre la trata de personas… te hace un retrato de todas las violencias previas”, afirmó.
“La trata no es un hecho aislado”.