EEUU, 15 de diciembre 2022: Hoy llega a Netflix la reciente cinta del director mexicano Alejandro González Iñárritu,
ganador de cinco premios Oscar: “Bardo, falsa crónica de unas cuentas verdades”. Cabe señalar que el filme se estrenó en la 79 edición del Festival Internacional de Cine de Venecia, a competición por el León de Oro, y después de pasar por las salas de cine hoy tiene su lanzamiento digital mundial a través de la plataforma.
Este filme es una comedia dramática, épica, surrealista y de humor negro escrita, producida y dirigida por Alejandro G. Iñárritu como una especie de desnudo integral que ha calado profundamente en su “alter ego”, el actor Daniel Giménez Cacho, intérprete del personaje principal.
Un punto medular de esta producción es su sonido, el cual se encargó de transmitir las emociones de los personajes; el encargado de esta área es el locutor, editor y diseñador de sonido Martín Hernández, quien en entrevista con EL INFORMADOR habla de su trabajo.
Al cuestionarlo, ¿cuál fue el reto, a nivel sonoro, que enfrentó para desarrollar esta cinta? Responde: “El reto es Alejandro, es el reto más interesante, difícil y más gratificante también. El tamaño de las escenas puede ser el mismo en un plano cerrado, en un medium shot con el personaje frente a la ventana, o en un plano abierto con grandes angulares. (Pero) si le preguntamos esto al director de fotografía Darius Khondji, evidentemente no es igual, porque la luz la tienes que esconder o mover, es un tema”.
A lo anterior agrega: “ El sonido, la complejidad de sus capas y la complicación en encontrar cuál es la interpretación que le quiere dar Alejandro, eso es igual de complexo en una escena con muchos extras, con grandes angulares, o en una toma cerrada con Daniel Giménez Cacho (el protagonista) a cuadro. Entonces, en términos de sonido, la búsqueda de esas capas y de esos sentimientos en la memoria que trae Alejandro, eso es un reto difícil e interesante, todo el filme es así, cada secuencia es igual de compleja, no hay una que no tenga capas y capas de información sonora, que muchas de ellas, afortunadamente y como debe de ser, pasan desapercibidas, y otras son notables y ostensibles”.
-Una vida paralela-
En esas capas sobre capas de las que habla Martín, hay una escena en particular donde el protagonista “Silverio” acude a un estudio de televisión para ser entrevistado, pero éste no responde nada, parece que está petrificado, así que le revisan el micrófono en ese momento y el sonido que genera esa revisión ocasiona una inmersión importante, como si el espectador estuviera presente en el programa televisivo.
“Todas las escenas tienen una vida paralela, que es la vida real y la vida interpretada del personaje. Todo el filme está constantemente mezclando (esto). Esta escena del programa de televisión que se recrea, es un gran ejemplo de eso, porque necesitábamos recrear la veracidad de un foro de televisión del cual tenemos alguna referencia los que hemos trabajado en eso; sabemos cómo se mueve, cómo se escucha el crew que está preparando la producción del programa y eso lo queríamos ejemplificar en el filme muy cercano a la realidad, parte de ello es que cuando ‘Silverio’ se queda callado, su amigo (el conductor) piensa que le falló el micrófono. Entonces, van a tomar el lavalier para escuchar en los monitores del foro que esté escuchándose el golpeteo de esto”.
Martín acota que al mismo tiempo que sucede este detalle técnico, hay una exagerada proporción de la presencia de la audiencia, la cual ésta juzgando y humillando al personaje, porque el terror más grande de éste es que lo humillen públicamente, “él está siendo el circo y la carne, se lo van a comer… El chiste es que esa vida subjetiva y opresora que juzga, que es en ese momento la audiencia, tiene una relación más con la emoción del personaje que con la realidad y por tal con el sonido”.
-Sinopsis-
“Bardo, falsa crónica de unas cuentas verdades”, relata el viaje íntimo y conmovedor de “Silverio” (Daniel Giménez Cacho), un renombrado periodista y documentalista mexicano que vive en Los Ángeles, quien, tras ser homenajeado con un prestigioso premio, debe regresar a su país, sin saber que ese viaje lo llevará a un límite existencial. El absurdo de sus recuerdos y miedos se ha abierto camino hasta el presente, permeando su vida cotidiana con desconcierto y asombro. Con emotividad y gran sentido del humor, “Silverio” se enfrenta a cuestiones tan universales como íntimas sobre la identidad, el éxito, la mortalidad, la historia de México y los profundos y emotivos lazos familiares que comparte con su esposa e hijos.
-Desmenuza la arquitectura de “Bardo”-
Eugenio Caballero fue el encargado del diseño de producción de “Bardo”. El ganador del Oscar por la dirección de arte de “El laberinto del fauno” señala que para crear los escenario del filme de Iñárritu mezcló aspectos de las décadas de “los 70, los 80, los 90, los 2000, las cinco décadas en las que ‘Silverio’ ha vivido”.
Para lograr su cometido, filmó de forma “híbrida” entre locaciones reales y sets que fusionaban con efectos visuales. Por ejemplo, para filmar las escenas en “El Castillo de Chapultepec fue necesario hacer una réplica a escala de parte del edificio”, agrega.
-En sinergia con Nicolás Becker-
Creativamente para Martín este proyecto ha sido un gran reto donde tuvo la fortuna de que en esta aventura participara su colega Nicolás Becker, supervisor y diseñador de sonido quien trabajó y ganó un Oscar en la galardonada cinta “Sound of Metal”: “El trajo a otro colega, Ken Yasumoto, quien es el supervisor de sonido de las películas de Gaspar Noé. Entonces, fue muy bonita la posibilidad de trabajar con ellos y con el equipo con el que laboro normalmente en México”.
Resalta que el nivel de exquisitez y detalle de la cinta fue el mismo desde el primero hasta el último día: “Lo que iban a ser seis meses de trabajo en la postproducción y edición de sonido, terminaron siendo 12 meses de trabajo, y así apenas llegamos a cómo queríamos; este reto fue un buen problema para todos los involucrados, aunque nunca es un problema”.
Sobre la experiencia de trabajar en un proyecto mexicano de esta escala global, pues él como todos los involucrados tienen amplia experiencia en proyectos internacionales, responde que él trata de ver su trabajo y el de todos como algo que es mundial: “Por accidente a veces está en español o en inglés, el resultado geográfico del trabajo es un accidente geográfico, no es definitorio, para mí el cine y cualquier obra artística, es esencialmente universal, no tiene que ver con la necesidad de pensar que en México se hace diferente. Obviamente tenemos cosas muy nuestras que hay que llevar a la mesa, como lo que nos define nacionalmente como mexicanos”, finaliza.