España, 21 de noviembre 2023--Shakira arribó a la Audiencia de Barcelona poco antes de las 9 horas de España.
Estaba de regreso en la misma ciudad ingrata donde vivió muchos años con el hombre que en el momento de la verdad no supo hacerla feliz. Llevaba un traje rosado y lentes de sol, y un talante digno que hacía pensar que lo que estaba por hacer no correspondía al terreno de las leyes, sino a las de un día cualquiera.
El tribunal que la mandó a llamar le preguntó a la colombiana que si reconocía la culpa de no haber pagado los impuestos españoles en 2012, 2013 y 2014, además de un fraude en el ejercicio fiscal del 2018, y un caso no resuelto con la Hacienda Española, todavía más antiguo, del año 2011. Las acusaciones superpuestas se resumen en una deuda millonaria, por la cual el Ministerio público exigía una condena de 8 años en la cárcel para Shakira. Cuando se le inquirió si era culpable, Shakira no titubeó.
"Sí" respondió.
Fue un acuerdo de emergencia, en el que la cantante se comprometió a un pago de más de siete millones de euros -que corresponde al 50% total del fraude-, y una posible estadía en prisión de tres años, que puede evitarse pagando otra sanción económica.
Una vez terminada la sesión de penitencia, que resistió sin perder el talante ni el dominio de sí misma, Shakira abandonó el edificio sin dar declaraciones a la prensa congregada como pájaros de malagueño, y aún con la incertidumbre no resuelta de los posibles tres años en prisión.
Fue a través de sus redes sociales y de un comunicado que la cantante explicó las razones que la llevaron a declararse culpable, afirmando que estaban en juego su carrera y sus hijos, y demasiados años innecesarios de procesos judiciales.
"Tenía dos opciones: seguir peleando hasta el final, hipotecando mi tranquilidad y la de mis hijos, dejar de hacer canciones, álbumes y giras, sin poder disfrutar de mi carrera y las cosas que me gustan, o pactar, cerrar y dejar atrás este capítulo de mi vida mirando hacia adelante", compartió la cantante.
Desde abril de este año, Shakira vive con sus hijos en las playas frías y azules de Miami, lejos de la ciudad de nostalgias amargas de Barcelona, donde el amor que una vez fue un sueño se quedó reducido a algo menor que la esperanza.