No será raro ver este día por las calles a personas disfrazadas de personajes de ánime, y con seguridad todos
se dirigirán a las reuniones, festivales y talleres que se realizarán este día para celebrar el Día Mundial del Otaku, que no es oficial ni es convocado por ninguna organización reconocida, pero que de cierta forma así debe de ser, pues, ya se sabe: no importa que tan grande sea su comunidad, ser otaku es ser un poco outsider.
El mismo vocablo que los define, "otaku", que proviene del concepto de "casa ajena" y se puede traducir como "usted", se usa como un tratamiento honorífico en segunda persona, y fue utilizado por los asistentes a las primeras convenciones y clubes sobre manga y ánime para ser respetuoso con los desconocidos y, al mismo tiempo, tratarlos de manera amigable y entusiasta, lo que ya da una idea de cómo se sentían esas personas entre una multitud con la que tenían mucho en común pero con la que les costaba relacionarse.
Actualmente cualquiera que guste de la cultura pop japonesa puede asumirse como otaku y demostrar sus aficiones con orgullo, pero cuando la palabra fue adoptada tenía un concepto mucho más negativo.
El 15 de diciembre de 1983 el periodista Nakamori Akio publicó en la revista Manga Burikko el artículo “La ciudad está llena de otakus”, donde criticaba la apariencia física de los asistentes a este tipo de convenciones, y el concepto se volvería mucho más turbio a finales de la década de los ochenta, cuando a Tsutomu Miyazaki, asesino de menores cuyos actos conmocionaron a Japón, se le llamó en la prensa "El asesino otaku" porque la Policía encontró en su domicilio numerosos volúmenes de manga y ánime.
Lo cierto es que en aquel país la palabra no sólo define a los amantes de la cultura pop, sino a todo aquel que hace de su hobby una forma de vida, y que el manga, el ánime y los videojuegos se han vuelto parte medular de la economía y del prestigio de Japón en el mundo; para muestra, la celebración de hoy, donde los orgullosos otakus retoman la fecha de publicación de aquel artículo que los denostó para mostrar con alegría lo que los hace felices y amigos.