A siete semanas de su apertura, la magna muestra “Códices de México, memorias y saberes” ha sido visitada por 133 mil 158 personas que han admirado los 44 manuscritos originales de la Biblioteca Nacional de Antropología e Historia.
La exitosa muestra que se presenta en el Museo Nacional de Antropología, en el marco de los 75 años del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) y el cincuentenario de este emblemático recinto, ha despertado el interés de niños, jóvenes y adultos que recorren las historias que cuentan los antiguos libros pictográficos de México.
La belleza, sabiduría y relevancia universal de los códices también han cautivado a estudiosos de la cultura de México y del extranjero, que incluso han viajado especialmente a nuestro país para apreciar las obras originales.
El antropólogo Alfredo López Austin reconoció el trabajo técnico y el esfuerzo curatorial del INAH que la exposición ofrece, y destacó que es una oportunidad única de ver los códices como no se pueden ver de otra manera.
El investigador emérito de la Universidad Nacional Autónoma de México tuvo un emotivo encuentro con el Códice Moctezuma durante su visita a la exposición. El documento elaborado en el siglo XVI, en papel amate, que ilustra sucesos ocurridos en México-Tenochtitlan, entre 1483 y 1523, como la muerte de Tezozómoc, el sometimiento de Moctezuma en un tecpan y la propia caída de la urbe mexica, fue paleografiado y traducido al español por el propio López Austin y su colega Víctor Manuel Castillo Farreras. Al verlo extendido en una de las vitrinas, expresó una gran emoción al revivir, dijo, la experiencia que no se tiene cuando se ven reproducciones.
En tanto, Robert Darnton, director de la Biblioteca de la Universidad de Harvard y catedrático de la Universidad de Princeton, elogió el esfuerzo del INAH para realizar este montaje con el que pone al alcance del gran público, principalmente de niños y jóvenes nacidos en la era digital, este corpus documental que abre los ojos a otra realidad.
El especialista en historia del libro dijo que visitar la exposición Códices de México, memorias y saberes ha sido una de las experiencias más interesantes de su vida. En su opinión, el montaje de la exposición permite apreciar la belleza de los documentos, verlos en toda su dimensión y saber cómo se usaban en ese tiempo. Es una pieza brillante de museología, puntualizó.
Por su parte, el arqueólogo Leonardo López Luján, al recorrer la muestra, dijo que con una exhibición de esta calidad y envergadura el Instituto demuestra el nivel de madurez y solidez alcanzado por sus especialistas. Refirió que el INAH ha hecho posible lo que hace una década resultaba inviable, en parte por la tecnología limitada del momento. Destacó las medidas de conservación para garantizar la estabilidad de las obras, principalmente el uso de luces LED (diodo emisor de luz), y la creación de un vacío al interior de las vitrinas mediante argón para asegurar que los pigmentos no se dañen con el oxígeno.
El experto, quien encabeza las exploraciones del Templo Mayor, subrayó que encontrar reunidos 44 códices de tradición indígena mexicana, principalmente de los siglos XVI y XVII, no ha sucedido en ninguna otra parte del mundo.
Las obras elaboradas sobre diferentes materiales: amate, piel, fibra de maguey, tela de algodón y papel europeo, se exhiben dentro de un recorrido museográfico organizado en tres universos: Tiempo, Espacio y Poder, que son los cánones de conocimiento expresados en los libros pictográficos mexicanos.
Los códices son memoria del alto grado de desarrollo cultural, científico y artístico de los pueblos originarios de nuestro país. Representan sistemas complejos de creencias y saberes que abarcan todos los ámbitos de la vida: registros geográficos, históricos, económicos, calendáricos y simbólicos. Contienen y preservan la sabiduría ancestral, pero la vigencia de estos documentos no se limita al pasado, pues aún hoy las comunidades recurren a ellos como fuente histórica, respaldo legal y símbolo de identidad.