¿Alguna vez has sentido opresión en el estómago cuando ves que alguien tiene algo que a ti te gustaría? ¿Podrías, incluso, llegar a difamar, criticar, agredir y ser intolerante, o simplemente estar resentido con aquel que te recuerda tus carencias?
La envidia es la más humana pero también la más perniciosa de las emociones. Es un sentimiento de tristeza o disgusto por todo aquello que pensamos que a otro le puede otorgar felicidad y, por lo regular, tiene que ver con la falta de aceptación e insatisfacción que llegamos a tener con nuestra propia vida.
Todos tenemos metas y sueños
Es natural que cuando vemos que otro realizar los suyos, sintamos una admiración que desafortunadamente se puede convertir en envidia, a veces tenemos este sentimiento sin darnos cuenta.
El envidioso se compara para valorarse a sí mismo, se frustra por no poder conseguir lo que anhela y envidia cuando siente que ocupa una posición inferior.
No dejes ir las oportunidades que te ofrece la vida, por estar pendiente de la vida de otros.
Si tienes envidia, no la niegues, siéntela con toda su intensidad y observa el malestar y consecuencias que genera en tu vida. Si la procesas adecuadamente, puede ser una gran oportunidad para llegar a la superación.
Confía en ti, en tus decisiones, recuerda que tienes la capacidad de enfrentar tus problemas.
Enfócate en tus asuntos, juzgar o culpar a otros te hace sentir víctima y te coloca en desventaja.
Descubre las habilidades personales que te hacen único.
No te compares con otros. Si otros han conseguido lo que tú deseas, quiere decir que tú también puedes.
Acepta y disfruta lo que eres, lo que tienes y lo que puedes hacer. Perdona y acepta tus limitaciones valora tus virtudes.
Ajusta tus deseos a tus capacidades y posibilidades reales.