El Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) dará a conocer el próximo sábado un libro que documenta la investigación de lo que fue un antiguo conjunto apartamental destinado hace más de mil 500 años a la especialización ideológica y política en Teotihuacan.
Bajo el título de “El desarrollo arquitectónico de Totometla en el marco urbano de Teotihuacan”, el volumen será comentado por los arqueólogos Alejandro Sarabia y Rubén Cabrera Castro, en el marco de la XXXVI Feria Internacional del Libro del Palacio de Minería (FILPM).
El arqueólogo Alberto Juárez Osnaya explicó que según la investigación desarrollada, se trata de un conjunto residencial de élite, que presenta el patrón de tres templos que muestran en sus fachadas la decoración característica de talud-tablero y que delimitan una plaza sin altar central.
La presencia de fragmentos de pintura mural y la calidad de las construcciones con muy buenos acabados, así como su localización central dentro de la antigua ciudad de Teotihuacan, señalan que el conjunto denominado Totometla fue habitado por la alta jerarquía, la clase sacerdotal, y estuvo destinado a la especialización ideológica y política, hace unos mil 500 años.
En declaraciones difundidas por el INAH, señaló que Totometla significa “La magueyera de pájaros”, y es ejemplo de un conjunto residencial que tiene una ubicación central respecto al Gran Conjunto (un complejo arquitectónico de carácter cívico administrativo), a la Ciudadela y a La Ventilla, y que está cercano a la llamada Zona de Palacios, donde se ubican barrios como Tetitla, Atetelco, Yayahuala y Zacuala.
Totometla tuvo una secuencia ocupacional desde la fase Tlamimilolpa (225-350 d.C.) hasta finales del periodo Clásico, en la fase Metepec (550-650 d.C.).
La información contenida en el libro deriva del Proyecto Especial Teotihuacan, que en su momento estuvo bajo la dirección del arqueólogo Eduardo Matos Moctezuma, y mediante el cual se estudió una sección de Totometla.
El investigador comentó que los espacios donde se representan las pinturas murales determinan la función de este conjunto: edificios destinados a la especialización ideológica y política por medio de sacerdotes encargados de cultos determinados.
Entre ellos, la fertilidad, la lluvia y los cerros, como podemos inferir por la iconografía: tlaloques, caracoles cortados de manera transversal y pares de aves inmaduras y otras ya adultas, símbolos del poder político o el calendario”.
Dada su rica simbología religiosa, “los murales son probablemente la representación gráfica de los rituales llevados a cabo por los sacerdotes, tanto en el ámbito doméstico como en las festividades del barrio”.
Aun cuando sólo se han explorado cerca de 20 de estas áreas apartamentales de manera parcial, de acuerdo con cálculos del arqueólogo, su excavación ha conducido a un mejor conocimiento de la estructura social, económica y política de la gran urbe del periodo Clásico en Mesoamérica, y que estaba organizada en barrios.
La presentación del libro será a las 15:00 horas, en el salón Manuel Tolsá, del Palacio de Minería, en el Centro Histórico de esta ciudad.