Se lo denomina arte ambiental, ecológico, land art, entre otras posibilidades. Aunque hay quienes afirman que estos términos no son sinónimos en absoluto y que hay diferencias importantes dentro del mundo del arte concientemente vinculado al medio
ambiente.
Sin embargo, se puede decir que existen elementos clave que se reiteran formando zonas de trabajo comunes a estos artistas. Entre ellos, destacan los encuentros entre la ecología, la vida, la participación comunitaria, la conciencia social.
Los artistas ambientales se apartan justamente de aquella idea del “arte por el arte”, y conciben sus obras muchas veces como potentes herramientas a la hora de realizar críticas acerca de la injusticia, la superpoblación, el uso de químicos tóxicos, el agotamiento del bosque, el suelo, el cambio climático, entre otras preocupaciones.
Hace varias décadas que este concepto del arte relacionado con la tierra, la ecología y el medio ambiente hace su aparición en el mundo artístico. Puede rastrearse su apogeo en los años 60, cuando muchos artistas se abocan a salir “del museo”, cuestionándola como institución legitimadora de lo artístico, que se aparta de la vida cotidiana de los seres humanos, y llevan su práctica artística a lugares inusuales. El movimiento utiliza muchas veces el espacio natural como soporte de sus obras.
Mezclados con los activistas de los años sesenta, los artistas del Ecological-art, land-art, o el environment-art, focalizan sus intervenciones en puntos comunes: la tierra, el medio ambiente, el planeta, la naturaleza.
Destacan entre los pioneros de esta corriente: Walter De Maria, Robert Smithson, Michael Heizer, Christo & Jeann-Claude, Jan Dibbets.