El Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) recordó a la historiadora del arte María de Lourdes Cué Ávalos, fallecida el pasado viernes, sobre todo por el estudio de la escultura mexica Coyolxauhqui.
Dichas investigaciones, a cargo de un equipo de especialistas al que se sumó la participación de Cué Ávalos, tuvieron como resultado que se identificaran los cinco colores que tenía el monolito de la diosa lunar en la época prehispánica, informó el INAH en un comunicado.
Descubierta el 21 de febrero de 1978 en el corazón del Centro Histórico de la Ciudad de México, el estudio del monolito reveló la porosidad de la piedra de andesita rosada, pintada en tonalidades de rojo, ocre, blanco, negro humo y azul maya.
La aportación no hubiera sido posible sin el trabajo de reconstrucción cromática realizada por parte de los investigadores Fernando Carrizosa y Norma Valentín, refirió el instituto.
Precisó que los colores se localizaron en detalles como los pezones azules, los manchones de rojo sangre en el tórax, el ojo enrojecido, en los códices y en el penacho azul de la diosa Coyolxauhqui.
Estos fueron algunos de los datos que reveló la historiadora de arte en el ciclo de conferencias realizado en 2008, al que se tituló “Treinta años de Coyolxauhqui y el Proyecto Templo Mayor”.
Asimismo, se determinaron los caracoles que adornan sus tobilleras, que son emblema de los guerreros muertos y asociados al sacrificio y a entidades como el Sol, los cuales fungen como uno de los tres valores iconográficos en la deidad lunar de Tenochtitlan.
Los otros dos elementos fueron el tocado azul, color del cielo diurno y ámbito de Huitzilopochtli, y las falsas coralillos de cuerpo anillado atadas en diversas partes de la figura de la diosa.
Cué Ávalos formó parte del equipo de investigación del INAH durante 20 años, al que ingresó en 1992 y del cual se integró como coordinadora de Publicaciones en el Museo del Templo Mayor en 1996 hasta el día de su fallecimiento.
Como coordinadora, la historiadora se encargó del cuidado de los procesos de la edición de textos de investigación científica, catálogos de exposiciones y libros conmemorativos de este recinto, destacó el instituto.
Esta función la complementó con la del Archivo Arqueológico del Proyecto Templo Mayor de 1997 a 2009 y la del acervo bibliográfico e implementación técnica del Centro de Estudios Teotihuacanos años antes, en un periodo que fue de 1992 a 1994.
El Instituto Nacional de Bellas Artes (INBA) también contó con su presencia, pues la investigadora colaboró de 1979 a 1987 en la difusión de las actividades del Conservatorio Nacional de Música y la Escuela Nacional de Pintura, Escultura y Grabado “La Esmeralda, entre otras actividades.
Paralelo a ello, abundó, Cué Ávalos, quien sobresalió por su labor creativa y puntual en el diseño e ilustración, participó en publicaciones como “La piedra del Sol”, “Calendario azteca” y “Arqueología del México antiguo”, de Eduardo Matos Moctezuma.
Trabajo al cual se sumó el de curadora de muestras temporales como “Proyecto Templo Mayor, 20 años” (1998), en el museo del mismo sitio prehispánico.
Además, en su casa de estudios, la Universidad Iberoamericana, se desempeñó como docente en los cursos sobre Arte azteca e Historia general del arte prehispánico, en los años 80 del siglo pasado.