El equilibrio de volúmenes, la armonía de sus formas y las texturas logradas son distintivos de las obras del escultor Federico Silva, quien fue condecorado la víspera con la Medalla Bellas Artes.
Silva estuvo acompañado por amigos y familiares que llenaron la Sala Manual M. Ponce del Palacio de Bellas Artes para ser testigos del tributo que autoridades y comunidad cultural le rindieron.
Un reconocimiento, se dijo, “por sus creaciones que nos regalan emoción, que sólo el arte despierta, por su aportación a la cultura mexicana y por el estímulo que representa para los jóvenes artistas y los que ya cumplieron una vocación que encontró su camino”.
Luego, Silva pidió impulsar los proyectos realizados por jóvenes artistas, pues es donde se encuentran los cambios, la rebeldía y la innovación del futuro de las artes.
De acuerdo con un comunicado del Instituto Nacional de Bellas Artes (INBA), en el acto, Xavier Guzmán Urbiola, subdirector general de Patrimonio Artístico del INBA, consideró un privilegio celebrar a este gran artista plástico, quien concibe su obra con pasión y revela el sentido social del arte que ha defendido a lo largo de su trayectoria.
En la mesa, el escritor Luis Ignacio Sáinz aseguró que Federico Silva siempre ha sido un innovador de las tradiciones que utiliza sus obras para expresar la cohesión de la belleza y la reflexión, la cultura y la sensualidad.
“Compositor de universos imposibles, nómada en persecución de sus ideales. Pensar, hacer, investigar, a eso orienta su vocación, lustro tras lustro, década tras década”, anotó.
En tanto que la escultora y pintora Águeda Lozano expresó sentir un gran honor al poder compartir con él este universo artístico concluyendo con una cita del galardonado:
“Para que el arte viva tiene que ser generoso, verdadero, prospectivo. Debe de llenar los espacios sensibles de quien se le acerca. Transmitir plenitud inesperada sin ´palabras, vivir y morir en el silencio, ser una condición de lo humano, universal. Porque su patria es el arte”.