El Templo Expiatorio de León Guanajuato es el más grande del estado

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El Templo Expiatorio del Sagrado Corazón de Jesús es uno de los sitios más emblemáticos de esta ciudad, y el más grande del estado, pues es el que cuenta con más capacidad para recibir feligreses y también por la altura de su edificación.

Así lo explicó el guía de turistas Elías Rodríguez, quien dio a conocer que éste es el único templo expiatorio de la zona, y detalló que dichos lugares no se edifican con dinero de las Diócesis, sino que los feligreses deben hacer aportaciones.

La construcción del templo comenzó el 8 de junio 1921 y se concluyó el 20 de marzo de 2012, con la visita del papa Benedicto XVI.

“La palabra expiar significa pedir perdón, y hasta hace algunos años el Santísimo Sacramento se exponía durante las 24 horas, para que las personas que tuvieran algún enfermo o quisieran orar pudieran ingresar a la capilla, pero ahora, como medida de seguridad, se implementó un horario”, agregó.

La edificación tiene una fachada colosal de color blanco, en la parte del centro, viéndola desde arriba, cuenta con un rosetón que es una entrada de luz circular muy grande de estilo neogótico.

Esta entrada representa el cielo, y a los costados se encuentra una gran cantidad de ángeles que custodian la entrada.

En la parte baja hay tres puertas que representan La Trinidad, lo que es Dios Padre, Dios Hijo y Dios Espíritu Santo, las cuales están hechas de bronce con una técnica que se hace con cera de abejas.

“Primero se elabora el molde a base de cera, luego se hace el vaciado y posteriormente queda la impresión de lo que se quiere plasmar”, explicó el guía.

Relató que en el año de 1920, el sacerdote Bernardo Chávez siempre pasaba con sus alumnos por este rumbo, y aquí había un terreno baldío, se dice que hizo una pausa en su caminar y se quedó viendo el lote.

Él siempre tuvo el sueño de que éste fuera el lugar en el que se construiría un templo, pero no tenía un nivel económico alto, era de origen humilde; un día se le ocurrió investigar quién era el dueño de este terreno.

Se encontró que era dueña, y al platicar con ella le dijo que Dios había puesto los ojos en ese sitio para que se construyera un espacio para la expiación de los pecados, indicó.

La señora se conmovió por las palabras del sacerdote y le dijo que podía disponer del terreno, y a partir de ahí comenzó a trabajar para lograr su objetivo.

El sacerdote empezó a contactar a algunos arquitectos amigos de él que no le cobraran por el proyecto, le presentaron un estilo románico con arcos laterales, pero el padre dijo que quería algo más estético y que llamara la atención.

El segundo proyecto que se le presentó fue precisamente el de estilo neogótico; un arquitecto le comentó que para que el templo tuviera soporte económico se podrían sacar varias toneladas de tierra y hacer criptas en el sótano.

Dichas criptas se venderían para que las personas colocaran en ellas los restos o cenizas de sus seres queridos, y así sucedió.

La construcción tuvo una pausa de cuatro años, debido a la falta de dinero y por la llamada Guerra Cristera, tiempo en el que el sacerdote se marchó a San Antonio Texas, hasta que en México se calmaran los ánimos y regresó.

Mientras tanto, dejó a algunas monjas encargadas del lugar para el cuidado del espacio y la cuestión económica.

“Los sacerdotes que se quedaron se resguardaron en el espacio que pocos conocían y que son las partes subterráneas de las criptas del templo”, detalló.

Cuando se reanudó la construcción querían que fuera elegante, pero no caro, entonces se empezaron a buscar espacios en donde vendieran granito triturado y con eso se hicieron los moldes para decorar la parte externa.

“Si fuera de cantera ya se habría decolorado, el granito conserva el color así pasen muchos años, lo que sí pidió es que los tímpanos fueran historiados, es decir con algún pasaje histórico”, puntualizó.

Actualmente el templo expiatorio es uno de los puntos de reunión de los turistas y de los más visitados por todos.

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