Restauran fachada de basílica romana de Santa Maria in Trastevere

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La fachada de la basílica de Santa Maria in Trastevere, uno de los monumentos emblemáticos de la capital italiana, ha vuelto a resplandecer tras una restauración

durada año y medio y cuyos resultados fueron presentados hoy a los medios.

“Los frescos del siglo XIX que estaban descoloridos han recuperado legibilidad y el mosaico medieval su lucidez original”, explicó a Notimex el superintendente de Bienes Culturales de Roma, Francesco Prosperetti.

Dijo que se trata de una restauración bien lograda, pero que fue especialmente difícil por la exigencia de encontrar el equilibrio entre la recuperación de la decoración del siglo XIX y la conservación de los mosaicos medievales.

Con un costo de 400 mil euros, la restauración estuvo articulada en varias fases: desde el estudio de las fuentes y el diagnóstico, hasta la limpieza y rehabilitación, caracterizada por el uso tecnologías reversibles, avanzadas e innovadoras, explicó.

Gracias a la compleja intervención, la Basílica de Santa Maria in Trastevere puede volver a contar algunas de las etapas más significativas de la historia de Roma, desde el Alto Medioevo y sus mosaicos característicos, hasta las fases renacimental y barroca a través de sus diversas reconstrucciones históricas.

Sabina Recchi, del consorcio R.O.M.A, la empresa ejecutora de los trabajos, explicó que la restauración presentó problemáticas diferentes debido a los diversos elementos y materiales que componen la fachada.

Para el portón del siglo XVIII del arquitecto Carlo Fontana, se hicieron necesarios, además de la limpieza de las columnas de granito, trabajos de conservación de las lápidas, en especial de las estaturas en mármol travertino.

Más complicada fue la restauración de la decoración pictórica en mosaicos, afectada por la lluvia ácida y la acción corrosiva de la contaminación.

“Las figuras estaban casi desaparecidas, era necesario recuperarlas pero respetando los principios de la restauración crítico conservativa, es decir, no se trataba de inventar, ni interpretar lo que el pintor Silverio Capparoni decidió junto al Papa Pío IX y al arquitecto Virginio Vespignani, que hizo este trabajo en el siglo XIX”, consideró la directora de los trabajos, Elvira Cajano.

Informó que antes de realizar la restauración se hizo una labor de diagnóstico tanto sobre los frescos, como en los mosaicos.

Fueron hechos análisis termográficos infrarrojos, indagaciones con reflectografía infrarroja, tomas fotográficas de la fluoresencia inducida con radiaciones ultravioleta, investigaciones con fluoresencia de rayos X, entre otros muchos.

Según Recchi, la restauración ha hecho renacer pinturas que ya no eran visibles gracias a una práctica de los pintores del siglo XIX, quienes antes de realizar los frescos hacían dibujos preparatorios directamente en el enyesado. “Estas incisiones se quedaron y nosotros las encontramos”.

La basílica fue fundada en el siglo III por el Papa Calixto I y ultimada por Julio I en el siglo IV.

Sin embargo, la actual estructura es del siglo XII, cuando el edificio fue reconstruido por deseo del Papa Inocencio II y se usó material de antiguos monumentos romanos, en especial mármol y columnas, algunas de las cuales saqueadas de las Termas de Caracalla.

Otras modificaciones tuvieron lugar en 1702, bajo el reinado del Papa Clemente XI, que encargò los trabajos a Fontana.

En el siglo XIX Vespignani reabrió tres grandes ventanas en forma de arco del siglo XII, pero sobre todo decoró toda la fachada con la obra pictórica de Silverio Capparoni, que rodeó los mosaicos.

En la basílica, ubicada en el caracterìstico barrio de Trastevere, se encuentran las reliquias de San Julio I y las tumbas de los papas Calixto I e Inocencio II.

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