Los grupos indígenas que existen en México cuentan con diversas costumbres y maneras de enfrentar las inclemencias del clima en algunos estados del país con
temperaturas extremas. Algo que los caracteriza es que enfrentan situaciones de vulnerabilidad y escasos recursos económicos.
“Los grupos culturales no se contraponen, son diversos. Ambientalmente viven en condiciones de clima muy diferentes. Por ejemplo, aquí (en Sinaloa) la temperatura es de 40 grados o más. Los que somos del sur no estamos acostumbrados a eso. En cuanto a la cultura también, diría que al convivir con la gente de diversos grupos, como nahuas, mixtecos, mayas y al estar con ellos en la parte mestiza, puedo decir que son diferentes en términos de muchas actividades: los conocimientos tradicionales, las danzas, las ceremonias y el idioma como tal”.
La cultura mayo-yoreme habita en seis municipios de Sinaloa: Ahome, El Fuerte, Choix, Sinaloa (municipio), Guasave y Angostura. La palabra mayo significa “la gente de la ribera”. Los mayos se reconocen a sí mismos como yoremes, “el pueblo que respeta la tradición”.
Para el estudio de la cultura yoreme, en Sinaloa, el miembro nivel I del Sistema Nacional de Investigadores (SNI) encontró un puente de comunicación con personas que también hablan español y que narraron la problemática que han vivido desde hace mucho tiempo, que resulta similar a la de pueblos del centro del país —y de todo México—, como es la situación ambiental y socioeconómica que apremia a los pueblos indígenas.
“Encontramos que casi siempre es la misma situación difícil en la que viven. Eso fue algo que nos hizo entender que podíamos hacer un estudio mucho más elaborado sobre esas problemáticas, sobre todo de desfavorecimiento económico”.
Problemáticas a enfrentar
Ante la falta de un salario económico suficiente, miembros de la cultura mayo-yoreme se ven obligados a emigrar y vender sus tierras.
“Nos hemos dado cuenta de que no ven rentable la idea de ser agricultores, entonces se han vuelto jornaleros o se van a otros oficios. Conservan entonces territorios simbólicos, por decirlo de alguna manera”.
La caza y la pesca son actividades que los pueblos nómadas antiguos hacían y que aún forman parte de las actividades que realiza esta cultura del norte de Sinaloa. Tienen vínculos con el río y la vegetación, ahí es donde elaboran y practican sus artes y conocimientos.
Sin embargo, el investigador lamentó que la cultura es también cambiante y es gracias a los ancianos como se transmite el conocimiento a las nuevas generaciones.
“Yo también tenía la idea un tanto romántica de que todo es estático, que nada cambia, pero a pesar de lo que uno quisiera estamos en un mundo que avanza muy rápido tecnológicamente hablando”.
El grupo de investigación de la UAIS ha encontrado algunas actividades en riesgo, debido a que la gente mayor de las comunidades, que son las que poseen estas sabidurías locales, están muriendo y al morir ellos, poco a poco desaparecen actividades propias de la cultura yoreme.
“Si no se reproducen los saberes locales, lo más seguro es que se vayan perdiendo”. Un ejemplo de ello es el caso de los médicos tradicionales yoremes que aún predominan, pero ve necesario que transmitan sus conocimientos a las nuevas generaciones.
“Debe cumplirse esto para que sigan viviendo las actividades cosmogónicas, no solamente en los centros ceremoniales, que es donde se reproduce la vida social y cultural yoreme, sino todo lo que involucra el mundo yoreme”.
Agricultura
Los científicos de la UAIS documentan y buscan respuestas a qué sucederá con la agricultura yoreme si otros grupos se apropian de ellos o incluso si se traslada a otras regiones su patrimonio biocultural.
“Por ejemplo, las semillas criollas de maíz, de frijol, de calabaza; ese es el legado cultural de los antiguos pueblos de esta región. Si no hay quién conserve estas semillas, las siembre, coseche, las mantenga vivas, esos materiales también pueden morir”.
Para el especialista, podría extinguirse la cultura o perderse si no se realizan estrategias para que esto no ocurra, o bien también existe la posibilidad de que los jóvenes yoremes cambien o se trasladen a otras regiones en busca de otros intereses.
Ejemplificó que en el mercado la actividad que permea en Sinaloa es la agricultura comercial, mientras que la agricultura tradicional, de sostén, se ha marginado y relegado a las zonas temporaleras o a las más abruptas, o bien a las zonas con más riesgo ambiental.
“Creo que estamos en un momento en que tenemos que hacer algo y quizá nuestro proyecto abone en ese sentido. Quizá no sea suficiente y definitivo, pero a eso se debe nuestra inquietud de trabajar estos temas”.
Inseguridad
Algunos sectores en los que se encuentran los grupos yoreme enfrentan un problema de inseguridad, lo que ha sido un factor importante para la disminución de algunas actividades propias de ese grupo.
“Se encuentran cercanos grupos delictivos, personas que operan de manera ilícita; eso influye mucho en la paz y la tranquilidad. Por ejemplo, las personas no se sienten tan seguras de cazar, pescar o ir a un área de recreo porque hay peligro de que algo ocurra”.
Durante el estudio de estos grupos, los científicos enfrentaron amenazas por parte de desconocidos armados, quienes prácticamente sugirieron que debían solicitar permiso para transitar por ese sector.
“Fue una cuestión muy fuerte y muy lamentable. Son situaciones que no deberían de ocurrir, pero han sido momentos que nos han puesto a pensar hasta dónde podemos avanzar en nuestra intención de trabajo, que no tuviésemos algún tropiezo que nos hiciera regresar. Ha sido algo complicado”.
Etnozoología
Estudiantes de la carrera de ingeniería forestal de la Universidad Autónoma Intercultural de Sinaloa realizaron un estudio para el monitoreo del recurso fauna. Encontraron que en términos de recurso natural y de especies naturales de la región, los yoremes sí han utilizado la caza, producción y extracción.
Trabajaron en once comunidades del municipio de El Fuerte, aplicaron encuestas, realizaron recorridos y trabajo de campo. Dos estudiantes se dieron a la tarea de documentar la información y corroboraron que la actividad tiene una connotación de sobrevivencia para la gente que lo practica y que los animales que son cazados son utilizados para fines alimenticios, artesanales y medicinales. Se trata principalmente de especies como venado, jabalí, gato montés y roedores en general. “En otra escala se encuentran algunas aves y algunos reptiles de la región”.
Muestreos emprendidos en diez comunidades a diez por ciento de esas poblaciones revelan que al menos mil familias dispersas se encuentran en una conexión con estos recursos.
El investigador señaló que no todas las comunidades se dedican a la caza, una parte de la población local lo hace porque se trata de una tradición, otros mientras tanto se acompañan o van de manera ocasional.
“No se ve un impacto de estas especies, no lo dijeron abiertamente, pero han visto que otros factores han influido en que haya menor caza, lo que llaman el avance de la frontera agrícola, es decir, la cuestión de ampliar terrenos a cultivo, por ejemplo, del arándano o de cultivos que son comerciales, están orillando a que los conductos de vegetación natural que hay en los márgenes de los ríos se reduzcan cada vez más y esto presiona a que los animales más grandes se tengan que replegar o queden aislados y se afecten sus ciclos biológicos”.
Añadió que el avance de la frontera agrícola y la incursión de cazadores deportivos son algunos elementos que han impactado a esta cultura.
Estuardo Lara Ponce señaló que en Guerrero, Tlaxcala, Puebla y en El Petén realizó trabajos relacionados con los saberes de la agricultura tradicional de los pueblos. Ahora en Sinaloa, un estudiante del posgrado de ciencias sociales, bajo su dirección, elaboró un estudio comparativo en la localidad de Jahuara II para sistematizar y comparar la información ambiental, social, cultural y económica de la agricultura de maíz, que tradicionalmente practican agricultores indígenas mayos y mestizos, en donde encontró que las principales limitantes para la producción son la escasa precipitación y las bajas temperaturas.
En lo sociocultural, el trabajo de campo compara a ambos grupos, que conservan elementos de su identidad asociados al conocimiento agrícola.
“Tecnológicamente practican una agricultura comercial y similar en sus componentes; sin embargo, la semilla criolla de maíz es más empleada por los mayos, quienes comparativamente con los mestizos obtuvieron rendimientos ligeramente mayores en riego, como de temporal”.
En lo económico, indicó que existe una relación costo-beneficio promedio favorable en ambos grupos de agricultores, aunque los costos de producción por hectárea sembrada son elevados en ambos casos.
Actualmente continúan actividades relacionadas con el proyecto de patrimonio biocultural de yoremes y yoris del norte de Sinaloa.