Desde 1992, por decreto de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), se celebra cada 3 de diciembre el
Día Internacional de las Personas con Discapacidad. Se trata de promover la inclusión y hacer conciencia de que, en muchas ocasiones, las personas con discapacidad están en desventaja. Pero hay un sinfín de buenas prácticas para darles el lugar que merecen en la sociedad y fomentar su independencia.
Actualmente hay siete mil millones de personas en el mundo; de estos, mil millones tienen una discapacidad, es decir, ¡una de cada siete! En México, el seis por ciento de la población vive con algún tipo de discapacidad y, según la Encuesta Nacional sobre Discriminación 2017, el 25 por ciento de ellos (mayores de 12 años) declaró haber sufrido discriminación en el último año; al 30 por ciento de ellos se le negaron derechos como atención médica, programas sociales o atención en oficinas de gobierno; 48 por ciento opinó que sus derechos se respetan poco o nada; 30 por ciento no tuvo oportunidad de conseguir empleo, y 71 por ciento estuvo de acuerdo en que las personas con discapacidad son rechazadas por la mayoría de la gente.
Este 2019, la campaña de la ONU en el Día Internacional de las Personas con Discapacidad está enfocada a empoderarlas y garantizar su integración e igualdad, a “no dejarlas atrás”. Por ello, recomienda a los gobiernos algunas acciones como: invertir en programas para personas con discapacidad, promover su acceso a los servicios, crearles fuentes de trabajo, incluirlos en programas sociales y garantizar su participación en ellos, adaptar las vías públicas para facilitar su movilidad, entre otras.
Por su parte, la iniciativa privada, en varias partes del mundo, lleva a cabo acciones para cumplir con estos objetivos. En México se realizó un proyecto pionero generador de conciencia: la Rodada Sin Límites, organizada por el programa México Incluye y la marca líder de motocicletas ITALIKA, este proyecto transformó la vida de 12 personas con discapacidad y nueve personas sin discapacidad que participaron en ella.
Fue toda una aventura: en primer lugar, un grupo de expertos de ITALIKA se entrevistó con los participantes para conocer sus discapacidades y adaptar cada motocicleta a sus necesidades, sin cambiar en lo posible el diseño original para no alterar la sensación de manejo. A las 10 motos del modelo TC200 (y una ATV 250), se les agregó un cubre piernas y un respaldo, para protección y comodidad, respectivamente. Después cada una de las motos se personalizó: en una se movió el freno trasero al manubrio, en otra se llevó la palanca de cambios al tanque, en otra se agrandó el posa pié para que cupiera la prótesis, en fin. Estas adaptaciones representaron un desafío para los expertos. A continuación, los 21 participantes recibieron un entrenamiento de 10 días en el Centro ITALIKA de Alto Rendimiento, a fin de cumplir el reto con éxito.
El 1 de septiembre partió la rodada del Monumento a la Revolución. Los motociclistas se lanzaron por la Motoruta de la Inclusión y durante 29 días devoraron más de 3,200 km. Pasaron por 19 ciudades de 12 estados de la República: Querétaro, Guanajuato, San Luis Potosí, Monterrey, Torreón, Durango, Zacatecas, Aguascalientes, Jalisco, Michoacán, Estado de México y de regreso a Ciudad de México.
Demostraron que los límites no son físicos, sino mentales. Y la sociedad no tiene por qué establecerlos; disfrutaron de la sensación de libertad que provoca andar en moto y comprobaron que estos vehículos son inclusivos porque no reconocen condiciones ni fronteras; mantuvieron encendido el motor de sus vidas y descubrieron que una moto es inclusión y armonía, bienestar y progreso.
La Rodada Sin Límites fue una experiencia inolvidable para todos los que la vivieron y representó una oportunidad de mostrarle al mundo que una discapacidad no impide realizar los sueños. Ahora, el reto está en que la sociedad sea igualitaria y deje de lado la discriminación para que quienes tienen una discapacidad puedan gozar de todos sus derechos y “rodar sin límites” por la inclusión.