Rossini el gran exponente de la carcajada operística

*Gerardo Kleinburg habló del músico italiano, considerado como un personaje referencial en la historia del género

 México, 29 de marzo.– Gioachino Antonio Rossini (1792-1868) fue un hombre con un gran sentido del humor, que no sólo se manifestó en sus partituras y temas operísticos, sino también en su intelecto, su acidez y su lengua punzante y viperina, refirió el narrador, crítico y promotor musical Gerardo Kleinburg.
Al participar en la emisión Hablemos de Ópera, con la charla "Rossini: de los canelones al Bel Canto", el crítico refirió que sin duda el músico italiano es uno de los personajes referenciales en la historia de la ópera, un artista prodigioso que desde muy pequeño escribió música de primer nivel, lo que lo llevo a tener una carrera fulgurante, aunque muy corta.
Sostuvo que "Rossini tiene un lugar fundamental por el número colosal de obras referenciales que escribió, pero sobre todo por haber consumado y llevado hasta un nivel de excelsitud la llamada ópera bufa Italiana, un género que se basa en enredos, cuentos e historias chuscas, siempre con algo peculiar, oscuro y vertiginoso".
Señaló que el vértigo y velocidad incesante en sus piezas tenía una implicación un poco más seria: la continuidad dramática, ya que Rossini por virtud de su genio y de una serie de elementos musicales que acuñó, logró generar la sensación de que la música no se detiene, una suerte de obra de teatro que avanza vertiginosamente.
–Otro elemento importante fue el llamado crescendo, recurso que utilizó para hacer que la música se fuera haciendo más grande y voluminosa, como una bola de nieve con elementos técnicos muy interesantes, como la incorporación paulatina de instrumentos a la orquesta, otra manera por la que hace que percibamos que la música va más rápido–, anotó.
El crítico destacó que el autor de obras como El barbero de Sevilla, Guillermo Tell, La Cenicineta y La gazza ladra fue el gran exponente de la carcajada operística, que desarrollaría hasta los 37 años, cuando inexplicablemente dejó de escribir ópera, hasta el día de su muerte, en 1868.

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